Yo soy madre soltera, por lo que tengo que trabajar para mantener a mis cinco hijos. Este fin de semana me tocó laborar de 20:00 a 08:00. Cuando tengo el turno de la madrugada mi hija mayor, de 17 años, se queda a cargo.
Esta mañana (ayer) llegué a mi casa en el Suburbio de Guayaquil, y mi hija me dijo que nos habían robado. Dos hombres rompieron las cañas de la parte trasera de mi domicilio con un destornillador filudo.
Una vez dentro, los tipos se llevaron dos televisores de 14 pulgadas cada uno, un DVD, mis tarjetas de crédito, la ropa nueva que les había comprado a mis hijos para fin de año y USD 400 que me dieron por el décimo tercer sueldo. Registraron todo el lugar. Aprovecharon que mi papá tiene un garaje al lado y se robaron la memoria de un carro que estaba allí guardado.
Lo peor fue que manosearon a mi hija mayor. Ella me contó que al sentir las manos de uno de los hombres abrió los ojos, pero se sentía mal. Al parecer le pusieron alguna droga para que ella no escuchara la bulla que hicieron al entrar. Los tipos se asustaron cuando mi niña abrió los ojos, porque la dosis que le dieron no fue suficiente para mantenerla dormida toda la madrugada.
Aún ella se siente un poco mareada, pero tiene miedo porque ese hombre la obligó a taparse los ojos y le dijo que si lo denunciaba regresaba. Yo vine a la Fiscalía porque estoy cansada de la inseguridad. Ya no es necesario salir para que lo asalten, no les importa si hay gente adentro o no, los ladrones entran y ya.