Margarita T. Víctima de la inseguridad en Ibarra.
Saliendo de mi oficina dos hombres y una mujer me robaron. Eran las 13:20, en Ibarra. La calle estaba vacía. Me puse nerviosa al ver que cruzaban la calzada en mi dirección. Escondí mi celular en el pecho y apreté la cartera con las dos manos, pero el asalto fue inevitable.
Uno de los hombres sacó un cuchillo grande, como de cocina. Con un brazo me sostuvo por el cuello mientras que con el otro simuló abrazarme. Yo sentía la punta del cuchillo en la espalda. Estaba aterrada.
A pesar de que me decía que me quedara tranquila y que no me iba a pasar nada si les obedecía, temblaba. Me dijo que le abrazara. En ese momento me arrebató el teléfono celular.
La mujer me quitó la chompa que tenía colgada en la cartera y se la puso. Lo que más me asustó fue que intentaron llevarme con ellos. Dos señoras pasaron por mi lado. Creo que se dieron cuenta de todo, pero prefirieron no decir nada para evitar problemas. Me forzaron a caminar media cuadra con ellos. No podía ni hablar.
Sus palabras me desmoronaron psicológicamente. Me dijerom que me habían vigilado desde hace días, que conocían dónde trabajo y que iban a regresar mañana para llevarse más cosas. Cuando salimos a una avenida, la mujer y el otro hombre intentaron detener a un taxi, pero ningún vehículo se detuvo.
Me liberaron, pero antes me dijeron que no denunciara el robo. Lloré del miedo. Una señora de una tienda me auxilió. Yo solo quería regresar a mi casa y no salir más, pero me armé de valor y fui a la Policía Judicial a denunciar.
Un policía me dio su número celular y me dijo que le llamara si veía a quienes me robaron. También un patrullero recorre diariamente el sector de mi oficina.