Telmo Pacheco, padre de Orlando, vive en Quito. Por el covid-19 toma precauciones para salir a los plantones. Foto: Galo Paguay / EL COMERCIO
La última vez que Telmo Pacheco escuchó a su hijo fue el 3 de noviembre del 2011. Orlando le dijo que estaba en Loja en un retiro espiritual, que se encontraba bien, que se quedaría dos días más para conocer sitios turísticos y colgó. Al día siguiente el papá lo llamó desde Quito, pero ya no respondió.
El padre recuerda cada detalle de ese momento. Desde entonces han pasado nueve años y tres meses y no hay rastro alguno del chico. “Él solo tenía 33 años, era joven. Por él he recorrido todo el país buscándolo y no dejaré de hacerlo”.
Dice que iba de provincia en provincia, de barrio en barrio. En ese trajinar, en mayo del 2012 conoció a Walter Garzón. Cuenta que lo encontró parado con un cartel, frente a la Presidencia de la República.
Ahí pedía al Gobierno que acelerara la búsqueda de Carolina, su hija. La situación que les afectaba los identificó. Pacheco se unió a los reclamos. Ya eran dos y juntos fundaron Asfadec, una asociación de familiares que buscan a desaparecidos. Garzón murió y hoy al grupo pertenecen 42 miembros.
Al cierre del 2020, Fiscalía dijo que 61 personas siguen extraviadas desde el 2014 en el país.
Pacheco tiene 72 años. Es quiteño. Vive en el Centro. Las fotos de Orlando decoran la sala. Hay imágenes de su esposa y sus tres hijos más. Sobre un mueble de madera reposan decenas de carteles con la frase “Ayúdanos a encontrarlo”.
En ese espacio recuerda su infancia, adolescencia, su carrera militar en la FAE, su trayectoria como futbolista, entrenador y su lucha por los que no han regresado a sus casas.
Telmo Pacheco llegó a ser sargento de la FAE. Foto: Cortesía
Mario Pacheco ha acompañado a su hermano en estos años de búsqueda. “Él era una persona entregada a sus actividades, sobre todo al fútbol, pero de pronto todo se alteró”.
En la adolescencia y en la época juvenil, Telmo pasó por clubes de Quito, como el San Lorenzo y el Sacramento.
Luego arrancó su carrera militar. Llegó a ser sargento de la FAE. Hizo cursos de paracaidismo y fue instructor militar de cadetes por seis años.
Al cumplir 40 años se jubiló de las FF.AA. Desde entonces, siguió un curso para ser entrenador de fútbol. Así logró entrar a El Nacional como director técnico de las divisiones inferiores. Trabajó 10 años.
Allí conoció a Jorge Vinueza, de la Comisión de Fútbol del equipo. Él cuenta que en el 2006 fue condecorado como Mejor Técnico de Pichincha en las formativas. La medalla está colgada en su dormitorio.
Telmo Pacheco (segundo desde la der) durante un curso de paracaidismo en la FAE. Foto: Cortesía
Tras ese reconocimiento se ganó una beca y siguió dos años un curso de técnico profesional en Argentina.
Regresó a El Nacional. Su hijo desapareció mientras trabajaba allí. Vinueza dice que el 3 de noviembre del 2011 recibió una llamada de Pacheco. En medio de lágrimas le dijo que su hijo no aparecía. Juntos fueron a la Fiscalía y denunciaron.
Mario Quiroga era entrenador de arqueros en El Nacional. Él señala que Pacheco trabajaba como asistente técnico de Jorge Célico y en las tardes como entrenador de formativas, pero tras lo ocurrido con Orlando dejó de ser asistente; en las mañanas pasaba en búsquedas y plantones.
Así pasó dos años. Luego renunció al club y se dedicó por completo a buscar a su hijo.
Telmo Pacheco junto a jugadores la categoría sub20 de El Nacional. Foto: Cortesía
Cada que vez que habla de él, su voz se quiebra. Llora.
Milena, hija de Telmo, señala que sus padres, tíos y primos pusieron una cuota para imprimir afiches de búsqueda.
Los pegaron en puertas de iglesias, postes, paradas de buses y parques de Quito. Hicieron lo mismo en Loja, Esmeraldas, Guayas, Tungurahua, Chimborazo, etc. Pacheco usaba el dinero de su jubilación en la FAE para costear los viajes.
Alexandra Córdova, madre de David Romo, sabe que poco a poco, Pacheco comenzó a ayudar a otras personas que habían perdido a sus parientes.
Su presencia fue creciendo. Lidia Rueda, actual presidenta de Asfadec, recuerda que en el 2013 Pacheco y otros miembros del grupo presionaron para que se creara la Dinased, una unidad policial que investiga casos de desaparición. El pedido se concretó.
También solicitaron la creación de cinco fiscalías especializadas en este tema. Estas comenzaron a operar en Pichincha en abril del 2014.
Después impulsaron la Ley de Desaparecidos, que entró en vigencia en octubre del 2019 y uno de los principales cambios fue tipificar la desaparición involuntaria como delito.