Una niña, de 5 años, vio a la madre de Emilia (nombre protegido) y se puso a llorar en su hombro sin consuelo. Su gesto de dolor entristeció aún más a la progenitora y a las cuatro personas que en la mañana de ayer fueron al velatorio de Emilia, de 12 años.
La menor murió en un tiroteo registrado la noche del lunes pasado en el centro de Cuenca. Las dos niñas estudiaban en la misma escuela y en la fiesta de Navidad realizada en el plantel, Emilia fue su madrina, por eso ayer la pequeña no paraba de llorar.
El velatorio se realizó en la Sala del Sindicato de Choferes, ubicada en la calles Guapondelig y Eloy Alfaro. La niña aún llorando depositó un pequeño ramo de flores blancas al pie del féretro blanco. “Era muy linda”, dijo.
Testigos dicen que a las 22:45 del lunes, dos desconocidos llegaron en un auto con vidrios polarizados. Uno de ellos, identificado como Johnny O., disparó contra Emilia, su hermana de 21 años, un primo y dos amigas quienes esperaban un taxi. Fue en la calle Honorato Vázquez.
Esta zona es conocida por el expendio de alcaloides. El crimen generó conmoción y preocupación entre los cuencanos, por los antecedentes. Según la Policía, el sospechoso estuvo detenido en varias ocasiones. La última fue por una supuesta violación a un menor y salió hace una semana.
Alejandro Méndez, presidente de la Federación de Barrios de Cuenca, dice no comprender cómo los jueces dejan en libertad a gente peligrosa. Él dice que el principal reclamo en cada barrio es la inseguridad.
A su criterio, la Policía tampoco cumple a cabalidad su trabajo. “Todos los cuencanos conocemos los sitios de venta de droga, cachinerías… y la Policía no interviene. Siempre esperan que ocurra una desgracia para realizar patrullajes momentáneos”.
El padre de Emilia, Julio está detenido desde hace más de un año en la Cárcel de Varones de Cuenca. Cumple una sentencia de ocho años por supuesto robo a una joyería de la ciudad, contó su madre Dolores. “Antes ha sido apresado unas 10 veces”.
Ayer, la mujer lloraba angustiada por la muerte de su nieta y la falta de dinero para cubrir los USD 800 del sepelio que le cobraría la funeraria. “No entiendo los motivos”, susurraba con voz entrecortada, mientras se secaba las lágrimas con su saco azul.
“Era solo una niña y no la imagino en medio de la balacera”, señaló un pastor cristiano, quien asistió al velatorio. La familia es evangelista. Ese grupo colaboró con USD 200 para que la funeraria tramite la compra del nicho.
“Por la falta de dinero postergamos el sepelio para la tarde”, dijo la madre de Emilia. La abuela paterna, por pedido de su hijo, estuvo encargada de conseguir el resto del dinero. Estaba agitada de tanto caminar en busca de dinero. También se dirigió a la cárcel a solicitar permiso para que su hijo saliera al entierro, pero fue negado y en su lugar fue un amigo para tomar fotografías.
La ceremonia religiosa fue a las 15:00 y se realizó con pastores evangélicos. Una hora más tarde, Emilia fue sepultada en el cementerio municipal. Hubo más de 100 personas. La presidenta de la Cámara de Turismo de Azuay, Mónica Flores, está conmocionada por el hecho. Según ella, esta zona era tranquila hasta hace cinco años y se convirtió en conflictiva por falta de operativos. “La droga se vende a vista de todos. Jóvenes consumen en la vía pública”.
Otros detalles
La madre de Emilia contó que en la noche del martes salió con unos policías en un patrullero a buscar a Johnny O., por los sectores más conflictivos de Cuenca.
La Policía Judicial identificó al presunto responsable. Tiene orden de detención para investigaciones en su contra.