Imagen referencial de Cuenca. Una mujer denuncia a un sacerdote de una parroquia rural. La defensa del prelado dice que no hay ningún documento a su nombre. Foto: Archivo / EL COMERCIO
La audiencia será este viernes 21 de febrero del 2020. Un Tribunal conformado por tres jueces resolverá sobre la Acción de Protección presentada por una mujer de la tercera edad, quien denuncia que fue engañada por un sacerdote que vendió su vivienda.
El hecho ha generado la reacción de los residentes de Cuenca. Todo empezó en el 2010, cuando Angelita Carabajo, ahora de 76 años, le pidió a un sacerdote de la ciudad que le ayudara a cuidar la casa que había levantado con los ahorros de sus años de trabajo como empleada doméstica.
El inmueble de ladrillo se levanta en un predio que adquirió en el sector de El Carmen de Sinincay, al norte de Cuenca, y junto a este hay otro terreno que heredó tras la muerte de sus padres. Son cuatro hermanos y ella nunca se casó.
Carabajo trabajó varios años para el sacerdote en las tareas domésticas y allí le entregó su confianza, al punto que le pidió que le ayude a cuidar su propiedad. Según la mujer, el religioso accedió y se comprometió a cuidar de ella mientras viva.
Pero años más tarde, supuestamente bajo mentiras, el religioso le llevó donde un notario y firmó unos documentos que -sin darse cuenta- daba en venta los dos terrenos y la casa por USD 9 000 a una tercera persona, conocida por el sacerdote.
“Ese dinero nunca recibí”, dice Carabajo con tono molesto. Por eso, la demanda se extendió también contra un exnotario y las dos personas que actualmente son dueñas del inmueble. La figura del delito es por la vulneración de los derechos constitucionales a una vida y vivienda dignas.
En la audiencia de Acción de Protección, que se desarrolló el martes 18 de febrero del 2020, Esteban Orellana, abogado del sacerdote, dijo que el nombre de su cliente no consta en el trámite de compra-venta del inmueble.
El día que firmó esos documentos Carabajo se quedó desprotegida. En 2013, la mujer sufrió una caída desde un piso alto y le pidió al sacerdote que la ayude porque ya no podía trabajar. En principio le proporcionaba víveres y luego se desentendió totalmente, contó un familiar.
De ese accidente quedó con el 56% de discapacidad física. Tiene problemas en una de sus piernas. Al no tener quién la cuide, un tiempo vivió en casa de amigas de otra parroquia de Cuenca y llegaba escasamente a su propiedad de El Carmen de Sinincay.
La propiedad que adquirió Angelita Carabajo está en la parroquia rural de El Carmen de Sinincay, en Cuenca. Foto: Lineida Castillo/ EL COMERCIO
Mientras eso pasaba los nuevos dueños tomaron posesión de la vivienda y empezaron a levantar otra casa de bloque, a pocos pasos de la de ladrillo. Los fines de semana llegaban jóvenes, hacían reuniones y fiestas de amigos, dijo otra vecina.
Cuando Carabajo se enteró de que esas personas se apropiaron de su casa, luchó sola e hizo parar la obra. La vivienda está a medio terminar, le faltan las ventanas y puertas. Mientras que la casa que construyó permanece con candado.
Antes, en el 2016 Carabajo demandó al sacerdote para recuperar su propiedad, pero abandonó el proceso porque no tenía dinero para pagar su defensa. Los vecinos confirmaron a este Diario que la vivienda la levantó Carabajo con su trabajo y que nunca estuvo en venta.
La mujer no ha podido ingresar a esa vivienda, pero en la parte posterior algunos vecinos y familiares le ayudaron a construir una pequeña casa de madera que carece de servicios básicos. No hay agua ni luz y vive en condiciones precarias. Descansa sobre una improvisada cama sobre ladrillo y esponja.
Esas imágenes y otras pruebas del cuestionado proceso de compra-venta de la propiedad fueron presentados por la abogada, Erika Peralta, que patrocina gratuitamente este caso. Actualmente Angelita Carabajo recibe el bono y también pide algunas monedas para sobrevivir sus últimos días.