La orden para asesinar a Andrés Reyes, conocido como ‘Daddy Yankee’, y a su padre, Marco Reyes, salió de la Penitenciaría del Litoral. Los dos murieron en octubre pasado en el Bloque 2 de Unión de Bananeros, en el sur de Guayaquil.
Según un informe de la Policía, el presunto autor del doble crimen fue José L., ‘Soldado’, considerado sicario e integrante de la organización Los Morados.
Este grupo recibe órdenes directas de la Penitenciaría y la conexión no es de ahora, según Juan Ruales, jefe del Comando Guayas. El oficial señala que desde la cárcel se han dirigido crímenes en Guayaquil. Cita casos como el de Eddy Enríquez y Soledad Rodríguez, ex directores de la Penitenciaría. Estos hechos ocurrieron entre julio del 2005 y abril del 2007 y se atribuyeron al grupo denominado Los Rusos.
En menos de siete meses, en Unión de Bananeros hubo ocho crímenes. Una de las últimas víctimas fue Abraham Caiche, de 68 años. Dos desconocidos llegaron en una moto a su casa, preguntaron por él y uno le disparó tres veces en la cabeza. “No sabemos cuál fue el motivo. Ellos eran sicarios”, señala su hijo, José.
Los Rusos aún manejan la zona. Esta organización estaba liderada por el fallecido Bolívar Quevedo y Emilio Trejo, ‘Negro Emilio’, quien ahora está muerto.
Grupos como este, junto a los hermanos Kléber, William y Walter P., conocidos como ‘Metralla’, ‘Cubano’ y ‘Caimán’ han controlado la venta de droga, licor, armas y extorsiones en la Penitenciaria y fuera de ella, según la Policía. Por ello, ahora se habla de que dirigen los asesinatos en la ciudad.
Reportes del Departamento de Medicina Legal establecen que los perdigones y balas calibres 38 y 9 milímetros, son comunes en asesinatos con armas de fuego.
“Las balas zumban a toda hora. Por eso en la noche nos encerramos en la casa a ver televisión”, cuenta Isabel Mosquera mientras señala que en febrero pasado y a 50 metros de su vivienda (en el Guasmo) fue asesinado Édgar Jácome, conocido como ‘Pistolita’.
Los crímenes se cometen pese a la prohibición de portar armas, medida que, por disposición de los ministerios de Gobierno y de Defensa, rige desde junio del año pasado en el país.
Williams Ramos, jefe de la Unidad Técnica de Control de Armas de la Policía, considera que existe “una gran cantidad de armas ilegales” en Guayas. De las 140 000 que están inventariadas, únicamente 3 444 armas se han regularizado hasta el momento.
Estas corresponden a las compañías de seguridad y 482 por usuarios particulares.
A las armas sin registrar se suman las que se venden ilegalmente en el denominado mercado negro. “Hay muchos lugares donde se las consigue, pero están escondidos”, dice Ramos.
A ellas se agregan las que son robadas a los guardias y que van a parar a manos de la delincuencia. “Estamos intensificando los operativos para desarmar a las personas que están cometiendo delitos’”, indica Ruales y señala que 150 armas de fuego en promedio son incautadas cada mes en las requisas.
Entre enero y lo que va de junio de este año la Policía ha decomisado 794 armas, entre pistolas, revólveres y subametralladoras.
Por tenencia ilegal de armas, la Dirección Nacional de Policía Especializada para Niños, Niñas y Adolescentes (Dinapen) detuvo a 589 menores, entre el 2009 y en lo que va del 2010. “La mayoría dice que las obtuvieron de los papás, que son prestadas un momento por los amigos”, refiere Julio Puga, jefe de la Dinapen.
La preocupación aumenta, más aún cuando un informe de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) revela que Guayaquil es la segunda ciudad donde se cometen más homicidios por sicariato. El primer lugar ocupa San Lorenzo-Esmeraldas.
Esa investigación dice además que “existe una concentración de asesinatos de esta modalidad en la Costa y en la frontera norte, mientras en la Sierra (con excepción de Quito) y en la Amazonía (con excepción de la frontera norte) prácticamente no existe”.
La Brigada de Homicidios de la Policía Judicial (PJ) del Guayas dice que entre enero y abril pasados hubo 221 muertes violentas.
Mientras los controles policiales continúan y la violencia sigue, en el Guasmo Sur, por ejemplo, los moradores han cambiado su rutina de vida. “No dejo ni salir a los niños a la calle y cuando salimos no nos podemos quedar hasta más de las 20:00, porque los taxistas no quieren venir”, comenta una vecina. Ella siempre espera que su hija llegue del colegio entre las 19:00 y las 19:30.
“Siempre hay robos y asesinatos cometidos por pandilleros y peleas entre gente que se dedica al robo. Creo que es por la venta de droga. Las personas que matan andan en motos y en carros”, cuenta otra vecina que vive 25 años en el sector del Guasmo.
La Policía dice que esta zona tiene una alta incidencia de asesinatos. Esa categorización la comparte con la Isla Trinitaria, en el sur, y Bastión Popular, en el norte.