Los crímenes adquieren un tinte más violento en el Puerto Principal

5 de abril de 2011. Crimen en el norte de Guayaquil

5 de abril de 2011. Crimen en el norte de Guayaquil

El miedo aún se siente entre quienes habitan en la tercera etapa de Sergio Toral, un sector invadido en el noroeste de Guayaquil. Allí, entre los matorrales de un terreno baldío, fue hallado la tarde del pasado miércoles el cuerpo de un adulto, de aproximadamente 36 años. El cuerpo, de contextura corpulenta, yacía semisumergido dentro de un pozo séptico.

Los moradores del sector no se atrevían a especular cómo llegó el cuerpo allí. “Sentíamos la pestilencia, y cuando nos acercamos vimos el cuerpo sumergido entre los excrementos. El olor era insoportable”, dijo una mujer que rozaba unos matorrales a 50 metros del lugar.

Según el informe médico legal de la Policía Judicial, el hombre fue asesinado y luego arrojado a la poza. No falleció por ahogamiento. La víctima fue identificada como Juan H., un taxista informal oriundo de Manabí.

La Policía Judicial no conocía hasta ayer cómo apareció el cuerpo en ese sector de la ciudad ni la ubicación del vehículo que el asesinado conducía.

“Es terrible, siempre se escucha de que traen muertos a botar por acá”, reclamaba un morador de un sector aledaño.

Hace dos meses fue hallado otro cuerpo, esta vez de una mujer de mediana edad, en un lugar cercano. En el sector denominado de Ciudad de Dios moradores hallaron el cuerpo maniatado de la mujer, con evidentes signos de haber sido estrangulada.

El cadáver había sido arrojado, dentro de bolsas de basura, en un tramo de la vía Casuarina.

Criminalística identificó a la víctima por un collar en una de las piernas. Se trata de Irma J., una comerciante de Los Ríos.

Asesinatos como este, en los que la víctima aparece son evidentes señales de tortura, ocurren con mayor frecuencia en Guayaquil.

Hace un poco más de un mes, el pasado 19 de mayo, una pareja fue hallada incinerada dentro de un vehículo Hyundai Getz, en el sector de La Prosperina, en el norte de la urbe. Los cuerpos estaban totalmente carbonizados. Una de las víctimas pudo ser identificada por la matrícula del vehículo incinerado. El auto lo había alquilado a un tío, el día previo.

Según los primeros indicios, no se trató de un simple accidente automovilístico.

El fiscal que abrió una indagación previa por el hecho, Francisco Bodero, sostuvo que se trató de un crimen, debido a la posición en que fueron encontrados los cuerpos, con las manos atadas hacia atrás. “Parece que fueron torturados y luego introducidos en el vehículo para que parezca un accidente”, sostuvo el fiscal.

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Según las estadísticas de la Policía Nacional, entre enero y abril de este año se registraron 210 homicidios en Guayaquil. En tanto, el año pasado se registraron 221 denuncias por homicidios en la urbe, en el mismo período.

En todos estos, hubo víctimas que aparecieron con signos de tortura (maniatadas), según la Unidad de Delitos contra la Vida de la Fiscalía del Guayas.

Una de las fiscales de esa unidad, la agente Luz Paz y Miño, considera que este tipo de crímenes revisten notoriedad por la forma en que aparecen las víctimas.

Cree con ello que el victimario busca de alguna forma crear miedo, o por el contrario, de tratar de ocultar la posible evidencia. “Otro factor que dificulta las investigaciones es que los familiares de las víctimas prefieren no denunciar, por miedo a sufrir represalias, o porque la víctima registraba antecedentes penales”, manifiesta.

“Estos crímenes atroces que se observan por los medios afectan en la psique de la comunidad. Las personas sienten que estos hechos resultan terriblemente amenazantes”, dice el psiquiatra Pedro Posligua, catedrático de la Universidad de Guayaquil.

“Con la información cotidiana de estos hechos que se despliegan en los medios, todo el mundo anda ya a la defensiva, que sienten que hay un porcentaje mayor de riesgo. La gente está con un estado de pánico”, dice el profesional.

Posligua habla desde su experiencia. Hace poco sufrió un intento de secuestro exprés. “Desde entonces he tomado una conducta de huida, ya no salgo de noche. Cuando voy a tomar un taxi pido uno conocido, precisamente para precautelar mi seguridad”.

Estos casos, según el profesional, van disminuyendo el umbral de intolerancia de la gente.

La Policía Judicial del Guayas no dispone de cifras exactas del porcentaje de crímenes donde se presume que hubo tortura.

Los robos en dos urbes

Según el Sistema de Información para la Gobernabilidad (Sigob), de enero a abril hubo 772 robos a personas en Guayaquil, en el mismo lapso en Quito hubo 2 044 hechos, del mismo delito.

La estadística refiere que, en el mismo período, hubo 451 robos a domicilios y 217 atracos a locales comerciales en Guayaquil. En Guayaquil son robados 5 vehículos cada día. En Quito el promedio es de 6 autos por día.

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