La vía hacia la quebrada El Salado, en la parroquia cuencana de Sinincay, es de lastre. Por allí se accede a un terreno baldío, lleno de totora y árboles de eucalipto y capulí.
Entre las plantas está un suéter rojo y una falda azul y blanca.
La gente dice que esas prendas eran el uniforme de la niña que la tarde del lunes pasado fue hallada quemada y mutilada.
Entre la maleza también hay un saquillo y restos de comida.
A dos kilómetros está la vivienda de sus padres. Ellos se muestran temerosos y angustiados por lo ocurrido con la cuarta de sus siete hijos. Su padre Pablo (nombre protegido) recuerda que el 2 de este mes almorzaron juntos y le comentó que después de salir de clases (en un instituto de corte y confección) se iría con una amiga para tinturarse el cabello.
Pablo mira la ropa de su hija que se seca al frente de su vivienda.
La tarde del miércoles pasado, ellos cumplieron con el ritual denominado lavatorio y limpiaron la ropa de la niña (tenía 14 años).
Su madre Victoria (nombre protegido) también recuerda que ese día estaba angustiada, porque eran las 19:45 y su hija no llegaba a casa. “Nunca se demoraba, siempre estaba a las 19:30”.
Victoria contiene su llanto y dice que a las 20:30 llamaron al celular de su hija y ella les contestó. Sin embargo, solo escucharon su voz pidiendo ayuda. Después nunca más respondió el teléfono.
Inmediatamente pidieron ayuda a la Policía, “pero nos dijeron que debían pasar 48 horas para iniciar la búsqueda”. Con parientes y amigos buscaron por el pueblo.
La tarde del lunes pasado, los moradores alertaron que había un cadáver en la quebrada. Esa tarde y en la noche los funcionarios de la Fiscalía buscaron información entre los vecinos.
El año pasado, en Azuay se registraron 37 muertes violentas, es decir, cuatro menos que el 2010.
Según el fiscal Distrital del Azuay, Lizardo Martínez, las investigaciones continúan con la finalidad de determinar las causas. El caso está en la Unidad de Delitos de Personas y Garantías.
Entre las investigaciones se determinó que una amiga estuvo con la fallecida hasta las 20:15 del 2 de este mes. Ambas viajaban en un taxi. Esta última se bajó primero a 100 metros de su casa.
Los médicos legistas que realizaron la autopsia el martes pasado determinaron que la muerte fue por asfixia causada, entre otras cosas, por trauma cerebral.
Los exámenes complementarios revelarán si fue agredida sexualmente. Los padres de la adolescente no tienen certeza de lo ocurrido y no dejan de pensar quién pudo ser el responsable.
Al interior de su hogar contemplan las dos imágenes de la Virgen María que hay en el cuarto de su hija. Dicen que era tranquila y que no le gustaban las fiestas.
Los moradores de la parroquia están temerosos. El presidente de la Junta Parroquial, Wilson Álvarez, cree es necesario dar urgentemente con los responsables.
La gente denunció ayer que en la parroquia, en donde viven al menos 16 000 habitantes, se registra la presencia de sospechosos.
Incluso se habla de que expendedores de droga rondan el lugar.
Álvarez dice que debido a la muerte de la menor formaron una brigada de seguridad con los moradores. Su objetivo -indica- es precautelar el bienestar de sus habitantes y encontrar algún indicio que aporte a las investigaciones del hecho para que no quede en la impunidad.
La tarde de ayer, los padres de la menor reportaron la muerte. Lo hicieron en el Registro Civil.
Este deceso es el segundo caso de muerte violenta que se registra este año en Azuay.
El primero fue una niña de 12 años, quien falleció tras un disparo en la cabeza, en febrero pasado, en el Centro Histórico de Cuenca. Datos oficiales señalan que entre enero y marzo de este año en esa provincia hubo 11 crímenes.