El chofer se durmió en el volante y el bus que trasladaba a 25 pasajeros quedó varado en medio de los túneles de San Juan (centro de Quito). Sucedió hace un año.
Agustín Moreno dice que eran las 11:00, que la congestión le obligó a parar y que en cuestión de segundos cerró los ojos y se durmió. “Recuerdo que un pasajero se acercó y me dijo dele. El problema de nosotros es el cansancio, porque en mi caso manejo desde las 05:00 hasta las 21:00”.
Una información de la Dirección de Riesgos de Trabajo del IESS señala que precisamente el estrés y el cansancio son los principales problemas que aquejan los choferes profesionales.
Entre enero y julio de este año, la Dirección Nacional de Tránsito registró 4 584 accidentes de tránsito por impericia e imprudencia del conductor. Allí están los percances ocasionados por reflejos tardíos para maniobrar un carro.
Pese a ello, los choferes no están obligados a realizarse chequeos médicos permanentes, sino únicamente cuando se renueva la licencia, es decir, cada cinco años.
Sonia Salgado es doctora de la Comisión Nacional de Tránsito. Ella dice que en ese tiempo cada persona puede hacerse pruebas médicas, pero voluntariamente.
A esto se suma que para canjear el permiso de manejo, los interesados son sometidos apenas a exámenes visuales y de reflejos.
La Dirección de Riesgos de Trabajo y Jorge Parra, especialista en salud ocupacional, sugieren que también se hagan chequeos del corazón y una medición permanente de la presión. “Qué tal si una persona está manejando y de pronto le da un ataque epiléptico. Eso no controla nada”, dice Parra.
Salgado reconoce que no se miden esos factores de riesgo y que esperan que el propio conductor informe de la enfermedad. “Solo allí podemos decir usted no puede manejar o tiene restricción”.
Moreno lleva ocho años como conductor de bus y la última vez que acudió al médico fue hace cuatro, pero por gripe. “Cuando estamos mal mismo, nos curamos”. Luis A. lleva 18 años como chofer. Hace seis le detectaron pie diabético y su médico particular le recomendó dejar este trabajo, porque el pie derecho perdió reflejos. “Pero qué puedo hacer si tengo dos hijas de 8 y 5 años que mantener. Ahora no puedo quedarme en el desempleo”.
En el país están registrados 150 000 choferes profesionales. El presidente de la Federación Nacional de Transporte Interprovincial (Fenacotip), José Zapata, dice que el 40% de ellos está afiliado al IESS. Pero en esa entidad están registrados menos del 10%.
Aquello contradice a la Ley de Seguridad Social aprobada en el 2001. Esta norma indica que todo trabajador debe estar amparado desde el primer día de trabajo.
Moreno y Luis A. no están afiliados, tampoco tienen otro tipo de seguro médico. En Quito, a la Cámara de Transporte Urbano pertenecen 20 cooperativas y compañías, es decir, 950 buses.
El presidente de la Cámara, Hernán Zambrano, sostiene que solo el 40% de estas empresas cuenta con dispensario médico. “El resto trabaja aleatoriamente. Se deja al libre albedrío de los compañeros y las cooperativas”.
En la Comisión Nacional de Tránsito no hay explicaciones para el tema. Su presidente, Ricardo Antón, únicamente asegura que trabajan en un proyecto para “ir de cooperativa en cooperativa y afiliar a los conductores”.
Hace cuatro años, Aneta (escuela de conducción) propuso a la Comisión la posibilidad de hacer exámenes gratuitos, pero no hubo respuestas. Zambrano pide que se elabore un programa médico, pero dice que los choferes no aceptarán ir a los subcentros y madrugar para tomar un turno.
Cuatro pruebas que el conductor profesional debe pasar en la Comisión Nacional de Tránsito
Medidor de dirección. Para sacar la licencia, hay que realizar esta prueba por un minuto. Con una aguja se debe seguir la línea negra; si se sale de allí tres veces se resta un punto en el balance.
Apuntador. Aquí se mide la capacidad del conductor para no quedarse dormido. También dura un minuto. Estas cuatro pruebas se deben aprobar únicamente cada cinco años.
Simulador de cabina. Mide la reacción del chofer a un estímulo frente al volante. En la cabina hay una luz roja; si esta se prende, el chofer tiene dos segundos para apretar el acelerador.
Examinador visual. Los usuarios deben leer en voz alta las letras que allí encuentra. De esto depende si debe conducir con lentes o no. Esta prueba dura un minuto.