Las cenizas de Carlos Bastidas fueron esparcidas al viento en distintas partes del estadio de Liga de Quito, en Ponciano, en el norte. Ese fue un pedido que hizo en vida el joven de 22 años, estudiante de Periodismo de la Universidad de las Américas (UDLA), quien falleció atropellado en un accidente de tránsito.
El percance ocurrió la noche del jueves 12 de mayo, en la calle Leonardo Tejada y Gonzalo Endara Crow, en Monteserrín. Allí, se dibujó un corazón y se pegaron fotos de ‘Tato’, uno de los apelativos de Bastidas. Él era un confeso hincha de la ‘U’ y un apasionado por el periodismo deportivo desde su infancia.
Dieciséis días después del fallecimiento del joven universitario, que estaba por terminar su carrera, los detalles y pormenores del accidente todavía son parte de la investigación, que lleva a cabo la Fiscalía. La reconstrucción de los hechos se ha realizado dos veces en el conjunto privado. Así se recogen los testimonios de los testigos y del inculpado.
María Abad y Juan Fernando Uribe son dos amigos que acompañaban a Bastidas la noche del accidente. Ellos, en su relato, han repetido que fue un carro Vitara blanco el que atropelló a ‘Tato’.
Abad contó que al llegar al lugar, en la calle Tejada, estacionaron el vehículo y la víctima se bajó del auto cuando el Vitara pasó a velocidad y arrastró a la víctima. El carro paró su marcha al estrellarse contra una pared. Luego, el conductor culpable intentó abandonar el sitio, pero fue detenido por un guardia de seguridad del Conjunto Sierra del Moral y entregado a otros guardias del conjunto, quienes permitieron que el presunto autor de la tragedia se fuera a su casa.
Al día siguiente, con una orden judicial, se allanó la residencia y Germán C., un hombre de 70 años, se autoinculpó y por su edad se le dio arresto domiciliario.
La investigación que efectúa la Fiscalía busca cada pieza del rompecabezas. Se escuchan todas las versiones. En la reconstrucción de los hechos, la escena donde el vehículo cruza a toda velocidad, arranca lágrimas de los familiares, compañeros y de los amigos liguistas de Bastidas.
Su padre dice que solo pide justicia mientras todavía guarda en su memoria las alegrías que compartió junto a su difunto hijo, en los dos finales internacionales del club quiteño. Ambos viajaron a la final en Brasil. Incluso Carlos (hijo) estaba entrando a ser parte del cuerpo de dirigentes.
“Una ocasión, nos comentó que si un día se muere, botemos su ceniza en el estadio de Liga. Lo hicimos en los alrededores y cerca de la cancha, donde su alma estará viendo al equipo de sus amores, a la Liga de Quito”.