En abril de 1993 un anónimo llegó a las dependencias de la Oficina de Investigación Delictiva-Guayas (OID-G), actual Policía Judicial, en el cual un supuesto escuadrón de la muerte advertía a los delincuentes más buscados y peligrosos que debían entregarse ante el riesgo de ser eliminados.
Ese mismo grupo se hacía responsable de la muerte de ocho personas que en menos de tres semanas se encontraron en la vía Perimetral, en Guayaquil. Yacían vendados, maniatados y con disparos.
En el 2000, cuando el número de muertos registrados por el Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos llegaba a 74, la Policía negó la existencia del grupo.