La tarde del 11de febrero del 2002, una bala perdida segó la vida del estudiante secundario Damián Peña Bonilla, de 16 años, en el sector de la Universidad de Cuenca. Allí se realizaba una marcha de protesta por el alza de los combustibles.
Sonia Bonilla, madre, señaló que él se encontraba dentro de los predios universitarios, cuando un disparo lo mató. El hecho fue considerado como una posible ejecución extrajudicial por la Comisión de la Verdad.
Este año, el caso fue reabierto por el Gobierno para indagar la participación de agentes de la Policía. Bonilla exige que los responsables del crimen paguen por lo que hicieron. “Eso es lo más sensato y normal”.