El cableado eléctrico de las cárceles, obsoleto

En el ex  penal García Moreno de Quito.  La  edificación   está deteriorada. La  vetustez  causa  humedad y  esta enferma a  los prisioneros. Foto: EL COMERCIO

En el ex  penal García Moreno de Quito.  La  edificación   está deteriorada. La  vetustez  causa  humedad y  esta enferma a  los prisioneros. Foto: EL COMERCIO

Las gruesas y viejas paredes del ex penal García Moreno de Quito están despintadas. Desde las pequeñas ventanas, por donde entra iluminación natural a las celdas, salen varios cables de energía eléctrica.

Los prisioneros hacen conexiones artesanales y los alambres quedan al descubierto. Esta es una de las razones para que al ex Penal se considere centro de alto riesgo ante posibles incendios. Esta revelación la hizo ayer Lourdes Rodríguez, secretaria de Seguridad del Municipio de Quito.

Los problemas en la infraestructura se sienten en todas las prisiones del país. Hace cinco meses, el Ministerio de Justicia reconoció que el 70% del sistema de alcantarillado y agua potable está colapsado y que el 100% del cableado eléctrico está obsoleto en los centros penitenciarios.

Esto ocurre pese a que en este Gobierno se han declarado dos emergencias carcelarias. La primera fue en el 2007 y se destinaron USD 40 millones. La segunda se anunció el año pasado y se asignaron USD 40 millones más. En agosto del 2010 se anunció que la emergencia involucra el mejoramiento sanitario, infraestructura física, eléctrica, hidrosanitaria.

Pese a ello, en el Cetro de Detención Provisional (CDP) de Quito, en el dispensario médico, hay problemas por falta de espacio. Los médicos atienden en pequeños consultorios construidos por el Consejo Provincial de Pichincha.

En la Penitenciaría del Litoral, en Guayaquil, las cosas tampoco han cambiado. Hace tres semanas se inició la destrucción de los viejos pabellones. La idea era construir nuevos, con capacidad para 200 personas. Este trabajo está detenido. Los presos que vivían allí, ahora duermen en un pasillo del Pabellón Bajo, donde por las noches incluso aparecen bichos, según los presos. Ellos dicen que junto al lugar donde duermen hay charcos de aguas servidas, pues el alcantarillado colapsó. Tampoco hay colchones ni camas para todos.

A ese lugar se llega luego de pasar por los canes de la Policía. A la izquierda hay una escalera y una puerta con candado, que lleva a los pabellones altos.

Dos perros caminan dentro de la cárcel de varones; buscan comida. “Aquí hay de todo”, dice uno de los presos. En las paredes hay dibujos, leyendas y frases de la Biblia. Por ejemplo, se ven el bosquejo de un enorme guerrero de cresta roja y armadura. Y el texto de Efesios 6:10 “'tomad la armadura de Dios para que podáis resistir el día malo y habiendo acabado todo, estar firmes”.

Desde los calabozos, decenas de presos hacinados sacan sus brazos por los barrotes, gritan aunque sus voces se confunden.

Allí hay casi 4 000 presos aunque la capacidad es para la mitad.

Pese a las emergencias, un informe de la Dirección Nacional de Rehabilitación Social (DNRS) revela que a julio del 2010, de las 41 cárceles que a esa fecha operaban en el país solamente en 11 no se determinó hacinamiento.

En Cuenca, desde su apertura en 1957, la cárcel de varones se mantiene apenas con 12 celdas.

La cárcel número 3 de Quito, que funciona junto al ex penal, fue construida para 40 detenidos pero al lugar han llegado hasta 367. La de Babahoyo, que fue levantada para 41 personas, ahora recibe hasta 224 internos.

El Ministerio de Justicia defiende el trabajo. Comunicados difundidos en la página oficial de esta Secretaría de Estado señalan que “por la inadecuada infraestructura, en el 2007 el hacinamiento penitenciario llegaba al 170%” y que en el momento se ha reducido a menos del 70%.

En el ex penal García Moreno, la capacidad es para 598 personas, pero están retenidas unas 900.

El ex penal fue construido en el gobierno de García Moreno (1869- 1875). La vetustez de la cárcel deja secuelas. La humedad en las celdas es una de ellas.

Según médicos que trabajan en las prisiones, eso causa enfermedades respiratorias en los presos. En el 2010, por ejemplo, se registraron 8 525 casos en el país.

Medardo Oleas, integrante de la Fundación Marcha Blanca, organismo que trabaja en temas de seguridad ciudadana, señala que “con los pocos recursos destinados se han rehabilitado cocinas, baños, etc. Es decir, cosas básicas. Se ha dado una manita de gato”.

Beatriz Villarreal, coordinadora social de la Fundación Regional de Asesoría en DD.HH. (Inredh), también dice que en la Cárcel de Mujeres de Quito, por ejemplo, se han mejorado las cañerías y se han pintado las canchas. “Cosas de esas se han hecho, pero ampliar mismo (la cárcel) no”.

En una investigación montada hace cuatro meses, Bomberos y las empresas municipales de agua potable, aseo y electricidad descubrieron que en el García Moreno los cilindros de gas se manejaban sin cuidado. Y apenas se encontraron dos extintores.

Una fuente de Rehabilitación Social señaló a este Diario que los inconvenientes en el García Moreno se superan poco a poco y que en el caso de los extintores “se ubicaron en cada esquina”. En el CDP, en cambio, siguen los inconvenientes en infraestructura.

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