El 8 de agosto, jóvenes postulantes entregaron sus documentos en el Club de Oficiales de la Policía, en Quito. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO
La denominada prueba de confianza es determinante. Es el último examen dentro del proceso de selección de los nuevos policías y solo en esta fase los aspirantes deben superar cuatro evaluaciones: poligráfica, psicológica, toxicológica y económica.
Desde julio, 30 000 jóvenes buscan uno de los 2 400 cupos habilitados para el único reclutamiento de este año.
Las estadísticas de los tres últimos procesos revelan que a la prueba de confianza apenas llegan 8 000 candidatos.
Pero los datos señalan que el 50% de ese total fracasa sobre todo en el detector de mentiras, un mecanismo que mide la reacción corporal a preguntas como estas: ¿ha consumido drogas?, ¿ha recibido beneficios ilícitos?, ¿ha participado en hechos delictivos?, ¿ha cometido abusos de derechos humanos? Esto es parte del interrogatorio al que se someten los jóvenes.
Este procedimiento se aplica desde mayo del 2014, cuando el ministro del Interior, José Serrano, expidió el Acuerdo Ministerial 4348 y elaboró un reglamento para evaluar “integralmente” a los aspirantes.
Isolde Morales, presidenta de la Comisión de Reclutamiento del Ministerio del Interior, asegura que la prueba de confianza, a diferencia de las evaluaciones médicas o físicas, no se repite debido a su alta cualidad técnica.
Solo cuando el polígrafo arroja un resultado inconcluso, el aspirante puede solicitar una nueva evaluación. “Hay veces que el estado de ánimo del candidato no refleja ninguna reacción física y el resultado es lineal. Estas personas tienen derecho a que se les repita la prueba”, dice Morales.
¿Es confiable el detector de mentiras? Los estudios demuestran que sí. Una investigación de la Universidad Militar Nueva Granada de Colombia asegura que la fiabilidad y exactitud del polígrafo está entre el 92,4 y 96%.
A la misma conclusión llegaron las universidades de Stanford, Temple, British Columbia, Utah, y el Departamento de Defensa de Estados Unidos.
En el Acuerdo Ministerial 4348 se dice que la Inspectoría General de la Policía, a través de la Subdirección de Control de Confianza, está a cargo de la prueba poligráfica y de las otras tres evaluaciones.
En la toxicológica, los agentes indagan si los candidatos tienen un historial de consumo de drogas (barbitúricos, anfetaminas, marihuana, cocaína, opiáceos, etc.).
En la entrevista psicológica, en cambio, se valoran la adaptación familiar, social, emocional y profesional de los
futuros policías.
De hecho, esta es una de las evaluaciones más complejas, luego del polígrafo. “Hay personas que no son aptas para relacionarse socialmente. Eso no va con los parámetros de la Policía”, advierte Morales.
Un ejemplo de eso: en junio del 2014, el agente Fidel Loor, de 23 años, fue dado de baja de la Policía, tras ser detenido por el asesinato de un taxista. El uniformado, con apenas ocho meses en la institución, disparó al conductor por la espalda, sin motivo aparente.
En el juicio, los psicólogos concluyeron que el sospechoso padecía un trastorno en su personalidad y que era adicto grave a las drogas.
Ese mismo año, un aspirante fue eliminado del proceso de reclutamiento porque se detectó que estaba involucrado en una red de microtráfico. El chico movilizaba 20 kg de marihuana en un taxi. Iba acompañado de otras tres personas.
Precisamente, para evitar estos casos, el Ministerio del Interior emitió el Acuerdo 4348. En el documento se precisa que uno de los objetivos es el control de la moral y la disciplina profesional de los aspirantes en todos sus niveles.
Las pruebas de confianza también se realizan a los policías en servicio activo, como parte del proceso de depuración de la institución.
Desde el 2013, cuando se inició esta política, hasta julio pasado han sido dados de baja 861 uniformados por estar relacionados con el narcotráfico, extorsión, robo, asesinato, secuestro, entre otros delitos.
El Ministerio del Interior tiene previsto que los postulantes que participan en el actual reclutamiento rindan la prueba de confianza a partir del 19 de septiembre. En estas semanas, los candidatos deben superar las evaluaciones médicas y físicas.