¡Alerta, alerta por la vida. La vida es un derecho, no una mercancía! Esta fue la consigna de decenas de personas que ayer realizaron una marcha por el primer año de la muerte de la francesa Charlotte Mazoyer.
Desconocidos la atacaron en Guápulo (oriente de Quito), barrio en donde vivía. Con narices de colores, pancartas con fotos y leyendas, los amigos de la joven organizaron a los asistentes.
Entre los participantes, una joven llevaba un sombrero café, cargaba una mochila y en sus manos sostenía flores blancas.
Era Camile, hermana de Charlotte. Vino de Francia para participar en la marcha. Vestía una camiseta blanca con el dibujo de un ave de color naranja de alas abiertas.
“El ave fénix era un símbolo para mi hermana. Tomamos esta imagen para representarla, el animal que muere y renace”, contó la joven de 29 años, mientras se apoyaba en una pared y prendía un cigarrillo. “Creo que todos estamos un poco muertos. Siempre uno muere con la persona que se va y estamos también renaciendo”, dijo.
Una vez reunida la gente, comenzaron a sonar los pitos. Los organizadores alentaron a los asistentes para continuar.
Junto al grupo de los amigos de Mazoyer, caminaba otra familia. Allí estuvo Enrique Alcívar, padre de Édison, quién murió el pasado 12 de febrero en una casa de salud de Quito, tras ser apuñalado en una discoteca.
“Le encantaban el fútbol y el tenis. Tenía un buen brazo mi muchacho”, contó Alcívar, mientras se levantaba la camiseta para secar sus ojos. “Cuando era niño le decíamos ‘Coco’, porque era gordito”, agregó.
En la Plaza de los Presidentes, en el norte Quito, Gloria García sostenía una pancarta con una fotografía de su tercer hijo, Arturo Armijos, de 20 años, quien falleció el 1 de abril del 2009, en las mimas condiciones que Alcívar. Acompañada de sus hijos, gritó por justicia. “No más discriminación de raza ni condición social. La vida no tiene precio”.
La gente formó un círculo y con tambores, pitos, globos y música llamó la atención de los ciclistas.
Francisco Simbaña sostuvo la pancarta con la fotografía de su hijo Cristian, un joven de 19 años que falleció el 29 de mayo del 2009, en una clínica particular del norte de Quito.
Los familiares y amigos de los cuatro jóvenes que perdieron la vida -por una supuesta negligencia médica en clínicas privadas- presentaron una carta al presidente de la República, Rafael Correa. En ella pidieron que las denuncias presentadas en contra de las casas de salud sean atendidas. Además, que los procesos de investigación iniciados por la Fiscalía culminen antes de que se archiven los casos.
Estos casos también se conocieron en la Dirección de Salud de Pichincha.