Álvaro Guzmán, director de la Agencia Nacional de Tránsito. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO
Entrevista a Álvaro Guzmán, director de la Agencia Nacional de Tránsito
La Agencia Nacional de Tránsito (ANT) dice que de enero a noviembre los accidentes viales se redujeron un 12%, frente al mismo período del 2017. ¿Cómo hacer que esto se sostenga cuando no hay apoyo de los transportistas?
Ese sector no quiere controles. Sí. Este año tenemos una reducción en los índices de accidentes, pero lastimosamente el número de fallecidos se mantiene igual que en el 2017 (1 935 casos en 11 meses del año pasado y 1 954 en este año).
¿Por qué?
Son muchos factores. Este no es un tema solo del transporte público o de choferes profesionales. La gente cree que los siniestros se producen exclusivamente por ellos, pero no. La mayor cantidad de percances la genera gente en motocicleta o conductores sportman. El 80% de los accidentes es generado por ellos. Respecto de los transportistas, también es cierto eso de que no quieren controles, pero no es una posición generalizada. La mayoría está consciente de que se necesita aquello, pero no los controles tradicionales: conos y un agente que pide licencia y matrícula.
¿Qué tipo de vigilancia perfila la ANT?
Estamos cambiando el modelo de control, basados en la tecnología. Tenemos a 12 000 buses intra e interprovinciales monitoreados con GPS. Tenemos una sala en la ANT y a través del ECU-911 las unidades son monitoreadas. Esta herramienta nos permite levantar estadísticas y eso nos ayuda a trabajar en perfiles de riesgo de operadores, de conductores, de horarios y de rutas.
¿Qué hacen con los datos?
Podemos hacer controles en los puntos donde posiblemente puede haber un accidente, no donde ya hubo uno, como normalmente se hacía. ¿Qué hacemos con las operadoras que tienen perfil de riesgo más alto? Intervenimos antes de que haya un accidente.
¿Cuántas cooperativas tienen alto perfil de riesgo?
Por lo menos una docena. Nos hemos reunido con las operadoras y tienen que hacer un cambio total en su modelo de gestión. Eso es acompañado por la ANT y por consultores independientes que son contratados por las cooperativas. Un accidente no solo depende del conductor, sino de cómo una operadora trata al talento humano o cómo hace el mantenimiento de los vehículos. Así hemos conseguido que menos unidades excedan la velocidad. Si antes 100 buses sobrepasaban la velocidad, hoy lo hacen cinco.
Ahora, ¿qué hacer con motos y vehículos?
Lo que se hace con el transporte público es solo una parte para solucionar el problema. Comenzamos a trabajar con las motos, porque representan el 30% de las muertes en accidentes, es decir, unos 600. Los buses interprovinciales dejan unos 120 y los vehículos livianos, más de 1 000 cada año.
¿Qué tareas se realizan con las motocicletas?
Estamos trabajando para que se eliminen aranceles en cascos, guantes, botas. Desde la Mesa de Seguridad se están definiendo estrategias como cursos de manejo, de comportamiento en la vía, etc. Entonces, hablamos de seguridad y educación para el conductor.
Con las cifras que usted presenta entonces, ¿el trabajo más duro está en los vehículos livianos?
Los Municipios tienen que trabajar con sus agentes civiles, por ejemplo, en el control a conductores ebrios. Antes se hacía por montones y hoy es superlimitado. En Cuenca, la gente ha entendido que si va a beber sale sin auto.
Pero también es deber del conductor manejar bien. Resulta que la primera causa de siniestros es la imprudencia, con el 24,19%. La ANT dice que estos percances lo causa gente que se maquilla, come o habla por teléfono mientras está al volante.
Sí. Conducir desatento multiplica hasta por cuatro veces las posibilidades de estar en un siniestro. Se requiere una concienciación por parte de los conductores. Pero este es un problema estructural y hay que abordarlo en todos los aspectos. Hay que educar.
Pero la Ley de Tránsito del 2008 ordenó que se desarrollen programas educativos y se incumplió.
No puedo responder por lo que pasó en años anteriores, pero sí le puedo decir que ahora ya está definida la malla curricular con el Ministerio de Educación, y tendrán que implementarla en el próximo año lectivo. No es una materia, no se pone una clase exclusiva de seguridad vial, sino que en todas las materias se debe incluir esta temática.
¿Qué se debe enseñar?
El estudiante, el niño debe empoderarse de su capacidad de moverse. Él tiene que saber que como peatón es el actor más importante de la vía y él tiene que ser respetado. Es necesario sacar de la cabeza que quien tiene más poder es el que va tras un volante.
También se necesita un peatón responsable. Hay gente que se pasa por debajo de los puentes.
Si ese peatón tiene algún problema de movilidad, por qué voy a obligarle a que se suba a un paso peatonal. Este paso no tiene nada de peatonal. Es una estructura metálica que sirve para facilitar el flujo de los autos por debajo. Un paso peatonal es un paso cebra y los conductores tienen que respetar ese espacio.
En cuanto a choferes sportman, hoy no se necesita dar pruebas para sacar una licencia. ¿Qué hacer?
La ANT está proponiendo que en la nueva Ley de Tránsito vuelvan los cursos de manejo. Eso es sumamente importante.
Trayectoria. Álvaro Guzmán tiene más de 20 años trabajando en temas de transporte. Ha estado ligado a la implementación de sistemas de tecnología en el transporte urbano, principalmente. Tiene una maestría en Transporte Sostenible y doctorado en Políticas de Transporte.
Su idea. Dice que es necesario volver a un escalamiento, para que una persona pase por varias etapas hasta llegar a ser chofer profesional. Hoy, para obtener ese carné, basta tener 18 años y hacer un curso de siete meses.