Jueves 30 de septiembre. 11:13. El avión Beechcraft 101 de la Aviación del Ejército aterriza en el aeropuerto Atahualpa de Ibarra con la cúpula militaba a bordo. Ese día, los policías protagonizaron una protesta y una parte de los militares se tomaron la pista aérea de Quito.El avión que salió de Cuenca no pudo aterrizar y se fue a Ibarra. Una vez allí, el jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, Ernesto González, se reunió de urgencia con el jefe de la Fuerza de Tarea 1, Wagner Bravo, encargado de la seguridad de las provincias fronterizas con Colombia. 18 minutos después, el jefe militar su comitiva abordaron un helicóptero MI-1 y salieron.
“Estas acciones reflejan la importancia aeronáutica de esta terminal”, señala Fausto Jiménez, controlador de tránsito del aeropuerto imbabureño. Se trata de una pista asfaltada de 1 820 metros de largo por 20 de ancho, ubicada en el oeste de la ciudad de Ibarra, que puede recibir hasta un avión Avro de 38 pasajeros.
No dispone de iluminación nocturna por lo que está disponible solo en el día. Por eso está encasillada en la categoría tres.
Jiménez dice que, ese jueves, también estaba previsto que llegue una ambulancia aérea, desde Manta. Pero, una vez que un grupo de militares sublevados despejó la pista del aeropuerto de Quito, se hicieron vuelos directos.
Según Bravo, el aeropuerto de Ibarra, administrado por la Aviación Civil, es vital. Por su ubicación geográfica frente a Colombia, esta terminal aérea, la de Tachina (Esmeraldas), Tulcán (Carchi) y Lago Agrio (Sucumbíos) son consideradas estratégicas para las Fuerzas Armadas.
A la hora en que González se encontraba en Ibarra, en las afueras del complejo militar de La Recoleta (sur de Quito), donde están sus oficinas, también había protestas. Vestidos con traje de campaña, miembros de la Aviación, el Ejército y la Marina gritaron consignas. “Correa, escucha, la tropa está en la lucha”. “La tropa, unida, jamás será vencida”. Los uniformados encendieron neumáticos y rociaron combustible sobre la calzada. Estaban “indignados” por las palabras que minutos antes había propinado el Mandatario en el Regimiento Quito 1.
Allí, los policías, insubordinados por la eliminación de beneficios económicos, pidieron a Correa derogar la ley. Él respondió que no daría “ni un paso atrás”.
Pasadas las 14:00, el jefe del Comando Conjunto, acompañado por la cúpula, pidió al Régimen la revisión de la Ley Orgánica de Servicio Público, cuya aprobación originó los problemas.
“Solicitamos encarecidamente que la mencionada ley sea revisada o dejada sin efecto para que el personal de servidores públicos, militares y policías, no se vean afectados en sus derechos”, dijo González en un rueda de prensa.
Esos momentos todavía recuerdan los funcionarios del aeropuerto de Ibarra. El mes anterior, en esa pista se realizaron 109 operaciones. Dos de ellas corresponden al aterrizaje y al despegue de las naves que movilizaron a los comandantes de FF.AA.
De esta forma, las operaciones durante la emergencia del 30-S opacaron los criterios de un sector de vecinos del aeropuerto que consideran que es un elefante blanco. Así lo ve, por ejemplo, Luis Acosta, quien cuestiona la falta de vuelos comerciales.
Sin embargo, en Ibarra hay un ágil movimiento aeronáutico. Las empresas Ícaro y Laensa ofrecen servicios de taxi aéreo, con aviones y helicópteros. También la compañía Aero Medical presta servicio de ambulancia aérea y la empresa Tevcol transporta, desde Ibarra, valores recaudados en Imbabura y Carchi, según Jiménez.
Además, en esta pista aérea se perfeccionan estudiantes de las escuelas de pilotos Ícaro y Los Andes. Ellos vuelan, especialmente, los fines de semana.