Manuel Calisto era exigente en todos los ámbitos en los que se movía. También fue reconocido por ser muy crítico de lo que veía y de lo que hacía. Los compañeros de oficio no se cansan de decir que era entregado a la actuación.
Y los que le conocieron de más cerca, aseguran que fue un buen cantante, pero no socializó a los grandes públicos su buena voz. Otra cualidad que tuvo siempre fue la pintura. De hecho, cuando niño pensaban que iba a ser un pintor porque a eso dedicaba gran parte de su tiempo.
Durante un año y medio estudio arte. Pintaba por afición y ese arte lo vinculaba a sus proyectos audiovisuales.
Cristina Rodas, directora de El Teatro, de Quito, dice que Calisto, cuando el escenario estaba vacío, cantaba y lo ejecutaba muy bien. “Lo hacía también tras bastidores, en las charlas cotidianas”.
Además, Rodas recuerda que tenía una capacidad increíble para imitar voces, “eso era algo que pocos sabemos”. Ella hablaba por teléfono mientras estaba en una casa funeraria de las afueras de Quito esperando por la cremación de lo restos del actor, ayer.
Con ella, algunos amigos más de Calisto estaban en ese momento. Entre ellos, Álex Cisneros, también actor, estaba muy afectado por la muerte de Calisto. Los dos realizaron la cinta ‘A estas alturas de la vida’. El filme, producido y dirigido por Calisto, es su ópera prima. Antes solo se había desenvuelto como actor.
En estas fechas, la película está en pleno proceso de posproducción. Por ahora no se conocen muchos detalles de cuándo puede realizarse el estreno.
Rodas cree que Calisto fue un gran actor que tenía aún mucho recorrido en el arte. Ella lo conoció en el ámbito del teatro, ya que trabajaron juntos durante cuatro años en obras del teatro del CCI.
Ambos estuvieron en cuatro obras teatrales. La primera, y con la que debutó Calisto en el teatro, fue ‘Pequeños crímenes conyugales’. Luego hizo ‘El método Grönholm”, ‘Monogamia’ y ‘Las brujas de Salem’, hace un año.
En la primera obra de las cuatro, los dos, Calisto y Rodas, interpretaron a una pareja de esposos. “Fue un hombre de una exigencia profesional casi extrema”.
Carlos Andrés Vera, cineasta y editor de la revista Soho en Ecuador, solo ha hecho público su pesar a través de su cuenta personal de la red social de Twitter. Allí dijo que “Manuel odiaba las ceremonias, los velorios, los entierros. No habrá nada. Se esfumó en un segundo. Queda recordarlo y mantener viva su luz”.
Con Vera, Calisto trabajó en el cortometraje ‘La verdad sobre el caso del señor Valdemar’. Su vínculo con el cine apareció desde pequeño. Gustaba ver a los cómicos Abbot y Costello cuando huían de Drácula, Frankenstein y el Hombre lobo. Durante muchos años, Calisto trabajó en el videoclub La Liebre, uno de los lugares en los que se conseguía cine alternativo. Calisto nunca estudió formalmente actuación.
Uno de los trabajos que le generó reconocimiento fue la producción de Viviana Cordero, ‘El gran retorno’ (1995). Esta pasó a ser una serie de TV de 24 capítulos. Su actuación en la cinta ‘Cuando me toque a mí’, de Víctor Arregui, le mereció el premio de Mejor actor en los primeros premios Colibrí a lo mejor del cine nacional, en el 2010.