A sus 17 años, Lucía (nombre protegido) tenía el sueño de aparecer en televisión y ser famosa.
Después de meses de búsqueda se contactó con David (nombre protegido), supuesto productor de un programa de entretenimiento de un canal de Quito.Él citó a la joven y a su madre para una entrevista. Los tres almorzaron y discutieron del programa y el futuro de Lucía en la pantalla.
Ella estaba muy emocionada por el proyecto. “Él se presentó como el gran productor y una persona muy correcta, muy amable, hasta entabló una relación de mucha confianza con la mamá”. Este es el relato de Thania Moreno, fiscal de la Unidad de Crimen Organizado Transnacional e Internacional de la Fiscalía de Pichincha, quien tramitó este caso.
David se había ganado la confianza de la madre. Por eso, la joven asistió sola a la supuesta audición días después del almuerzo. “Tómate un trago para calmar los nervios”, le sugirió el supuesto productor. Lucía tomó una copa de vino y es lo último que se acordaba en varias horas.
En los exámenes toxicológicos que la joven se realizó después de poner la denuncia en el Fiscalía, se determinó que había escopolamina en su sangre.
Lucía despertó desnuda en la ducha de un departamento que no conocía. El supuesto productor estaba en el dormitorio. La joven vio en la cama varias fotos de ella desnuda y en posiciones sugestivas. “Si me denuncias o dices algo, voy a subir las fotos a la Internet”, amenazó el hombre.
Hubo otro pedido. La joven, además, debía continuar haciendo más fotos y videos, pero esta vez teniendo relaciones sexuales.Esa fue la condición para dejarla ir y no publicar esas fotografías en la Internet. Para salir de esa situación tuvo que decir que sí. Luego, Lucía salió del país después de poner la denuncia. “Fuimos al departamento donde ocurrió el hecho y no encontramos nada”, cuenta la fiscal Moreno. “Nos dijeron que al siguiente día de lo ocurrido, David desapareció. Todos los datos que él dio a la joven y su madre eran falsos y nadie lo conocía”. Este caso sigue en investigación.
La Fiscal explica que la violencia sexual no necesariamente es solo el mantener relaciones sexuales. El simple hecho de que una persona, en este caso, una menor de edad, sea forzada a estar desnuda y en posiciones sugestivas y esté sometida a la voluntad de un agresor es violencia sexual y es penado por la Ley.
“La violación o agresión sexual es cuando la persona ofendida se hallare privada de la razón o del sentido, o cuanto por enfermedad o por cualquier otra causa no pudiera resistirse”, reza en el artículo 512, numeral 2 del vigente Código Penal.
Según las estadísticas oficiales, en lo que va del año, 786 denuncias por violencia sexual en contra de menores de edad fueron presentadas en la Fiscalía; 79 de ellas están relacionadas con la escopolamina.
En el 2009 fueron 57 de 1 141 denuncias de violencia sexual contra menores de edad.
La escopolamina tiene el poder de suprimir la voluntad de las personas, hace perder la memoria de todo lo que sucede durante el tiempo que dura su efecto, señala Diego Velasco, fiscal de la Unidad de Delitos Sexuales de la Fiscalía. “Por lo general esta droga es suministrada a personas que en un estado de plena conciencia pueden reaccionar frente a un ataque”, agrega.
En la mayoría de casos, los abusos son cometidos por personas conocidas por la víctima. Esto le ocurrió a Daniela (nombre protegido) de 16 años. Al salir del colegio, sus amigas le ofrecieron un vaso de cola con escopolamina. Al despertar ella se encontraba en una sala con chicos que conocía y sus compañeras. Daniela fue abusada sexualmente.
Médicos toxicólogos señalan que una persona que esté bajo el efecto de la escopolamina debe ser hospitalizada inmediatamente. Se sugiere principalmente que el afectado no ingiera ningún tipo de medicamentos, sino únicamente consumir agua.