Fabricio Guamán y Rocío Bastidas, moradores de La Floresta. Foto: Mariela Rosero/ EL COMERCIO
Fabricio Guamán tiene 38 años y vive en La Floresta desde hace 10, es profesor en temas ambientales, en programas de intercambio en universidades. Desde antes del fenómeno de ‘los forajidos’ le dio vida a la llamada Casa del árbol, en las calles Lugo y Vizcaya.
Este espacio es un lugar de encuentro. Los miércoles se encuentran productores orgánicos y artesanales con consumidores. También dos veces al mes, los sábados, hay venta de ropa usada, ferias de garaje, trueques.
Y se producen cines foros, una o dos veces al mes, los jueves. Se debaten temas sociales y políticos. Por ejemplo se habló sobre el Caso Texaco, estuvieron Pablo Fajardo y el principal del comité de afectados; se presentó un documental. Estuvo el Foro Urbano, que trabaja en temas como la Gentrificación. Él habla sobre lo que los residentes quieren y no para su sector.
No se puede negar que La Floresta es un sitio con una ubicación privilegiada, ya está llena de restaurantes. ¿Podría haber más cafeterías y bares y convertirse en una prolongación de La Mariscal, la zona rosa de Quito? Ese sería un plan de la Secretaría de Territorio y Vivienda, según dijo a este diario, su titular Jacobo Herdoíza. ¿Qué opina usted?
La opción de que La Floresta se convierta en un barrio rosa no me agrada. Hace 10 años estaba el Pobre Diablo, que tuvo que alejarse un poco. Tampoco se lo veía como una gran amenaza. Pero siempre hubo la preocupación por el potencial del barrio porque en el lugar vive la clase media alta. No es popular, los arriendos se dispararon. Incluso se oía que La Mariscal estaba saturada y debatíamos sobre lo que podría pasar. Tenemos un comité Pro Mejoras, presidido por Rocío Bastidas.
Pero en su barrio ya hay una calle conocida como zona gourmet…
Una cosa es tener restaurantes de lujo como la Isabel La Católica. Una cosa es convertirse en un Soho de Nueva York, como ha dicho el secretario de Territorio y Vivienda, Herdoíza, y otra en un lugar como La Mariscal. Al Municipio se les fue de las manos ese sector. Aquí en La Floresta seguimos siendo barrio. Y eso ha logrado controlar esto.
Aquí hay un interés de parte de empresas inmobiliarias. Ningún barrio quiere convertirse en zona rosa. A pesar de eso ya ocurre, la Isabel La Católica es una zona comercial gourmet. Yo no voy para allá. La Coruña los fines de semana es una zona rosa, hay licorerías, bares… Si vienen un jueves o viernes tarde se ve a chicos tomando. Pero no permitiremos más.
¿Por qué no permitir que el barrio se desarrolle?
Si tienes un negocio aquí y vives lejos no te importa. Me imagino que los dueños de las casas de La Mariscal no viven allá. No les importa la dinámica barrial, solo arriendan sus inmuebles para locales de diversión. Aquí tenemos emprendimientos pequeños, galerías y talleres, mini cafeterías restaurante, en donde se hace cerámica, diseño independiente, también te puedes tomar una cerveza; hay iniciativas autónomas, pequeñas, que promueven otro tipo de relaciones, no la mega cadena de Nueva York, que acabe con las demás. No tenemos una visión a gran escala, competitiva. Las grandes cadenas quitan el negocio a los más chicos.
¿Cuál es su principal preocupación?
La seguridad. La Policía no tiene nada que hacer en La Mariscal, creo que es otra gente la que controla esa zona. Me va a traer problemas esto que digo. Pero por eso defendemos lo que tenemos en La Floresta. Tampoco nos cerramos a los pequeños emprendimientos porque generan actividades que nos permiten caminar en las noches en la zona. Otra cosa es tener un barrio botado, oscuro, en donde a las 20:00 hay que esconderse en las casas.
Queremos un barrio en donde todos nos conocemos, en donde existen negocios pequeños como La Cleta, que a las 23:00 cierra. Hay un plan especial acá que nos permite tener un control. Si alguien viene con una idea de ponerse un bar y quiere hacer lo que sea hasta las 03:00 acá no puede. No por conservadurismo o por ser ‘curuchupas’. Es por conservar la seguridad. La gente puede caminar. Está el Ocho y Medio que también nos permite caminar. Pero hay un límite no solo de horarios sino de actividades. En La Mariscal hay una ley, pero no se cumple. Hay lugares que abren hasta a las 05:00.
Jacobo Herdoíza, secretario de Territorio y Vivienda, hablaba de mejorar las veredas, ofrecer el espacio público para que se ubiquen mesas de cafeterías…
Tenemos muy claras las cosas. Aquí no hemos dejado que locales de alimentos grandes se instalen. Como barrio no queremos eso. No se puede competir con ellos. Y generan caos de tráfico, de ruido… La ciudad tiene usos de suelo y aquí no es para esos.
La Floresta está a la cola de la González Suárez, ¿podría haber más edificaciones nuevas?
Hay visiones diferentes de desarrollo. El rato en que se permita que ingresen las inmobiliarias el barrio se acabó. Se puede pelear en términos de respeto al patrimonio. Hay casas con historia. Por ese lado peleamos. Llegan y nos preguntan ¿cuánto quieren? En una esquina del barrio botaron una casa patrimonial. Ahora ya está el inventario de viviendas patrimoniales.