Marinos desembarcan en un hotel de Brasilia, durante un simulacro de seguridad. Foto: AFP
El plan de seguridad de Brasil para el Mundial de Fútbol es amplio y minucioso: los escenarios van desde un ataque terrorista a una pelea entre hinchas, aunque las protestas callejeras son la mayor preocupación del Gobierno.
“Hemos dividido 15 áreas de acción en el último año y medio, y elaboramos protocolos de acción en cada caso, todos sometidos a múltiples simulacros. (…) Estamos listos, aunque en seguridad nunca podemos dejar de preocuparnos”, dijo el secretario del Gobierno para seguridad de grandes eventos, Andrei Rodrigues.
Un total de 157 000 militares y policías estarán desplegados en las 12 ciudades sedes del torneo, que comienza el 12 de junio y culmina el 13 de julio. Otras tres ciudades albergarán centros de entrenamiento.
Dentro de los estadios, la seguridad estará a cargo de
20 000 guardias privados (con unos 1 800 por partido). Unos 120 policías de 40 países colaboran además con Brasil en labores de inteligencia.
El operativo de seguridad es valorado en USD 860 millones.
Reclamos debilitados
Varias manifestaciones han sido convocadas para el Mundial, tratando de emular las masivas protestas de hace un año en plena Copa Confederaciones, que sacudieron el país con más de un millón de personas en las calles exigiendo mejores servicios públicos y mano dura contra la corrupción.
“Nuestra sensación es que tendrán una dimensión menor”, señaló el ministro de Justicia José Eduardo Cardozo.
La Policía Militar -responsable del orden público y control de estas manifestaciones- se ha preparado incluso con apoyo de la Policía Federal estadounidense (FBI) y la Fuerza de Choque Francesa (CRS). Y tienen uniformes nuevos, una armadura de cuerpo entero de resistente plástico que los convierte en una suerte de ‘Robocop’. En Río hasta nuevas herraduras fueron compradas para la Policía Montada.
A finales de abril, la presidenta Dilma Rousseff afirmó que nadie va poner un dedo en las selecciones de fútbol. Pero no fue lo que sucedió cuando el autobús que llevaba a la Selección brasileña a Teresópolis (en las montañas del estado de Río) fue cercado por unos 200 profesores en huelga que bloquearon su paso e incluso le pegaron varios adhesivos.
El aparato de seguridad quedó en entredicho.
El Gobierno decidió inmediatamente que las Fuerzas Armadas reforzaran la custodia policial en los centros de entrenamiento, hoteles y desplazamientos de las selecciones que comenzaron a llegar la semana pasada.
La posibilidad de un ataque terrorista en Brasil es muy baja, pero el Gobierno ha afinado protocolos para su prevención y combate. Las Fuerzas Armadas tienen equipos de defensa química, radiológica y nuclear.