Uno de los botes en los que se realizó la búsqueda de los niños desaparecidos regresó sin resultados, en el segundo día de rastreo, en El Chaco. Foto: Alfredo Lagla/ EL COMERCIO
Un zapato pequeño es la única pista sobre los ocho niños desaparecidos en el río Oyacachi. Así concluyó el segundo día de búsqueda de los menores accidentados el miércoles 15 de junio del 2016, cuando la camioneta que les hacía el recorrido escolar se precipitó al afluente, a una distancia de 1,5 kilómetros desde El Chaco hacia Santa Rosa, en Napo.
Este jueves 16 se realizó una intensa búsqueda en la zona de Moradillos principalmente, y en el estero del río Salado. Se organizaron ocho brigadas de trabajo en donde participaron policías, bomberos, Gestión de Riesgos, militares, Cruz Roja, el Gobierno Autónomo de El Chaco y más de 30 voluntarios, que en su mayoría son familiares de los pequeños.
Los equipos rastrearon más de 30 kilómetros a lo largo de tres ríos: Oyacachi, que se convierte en el río Quijos, Santa Rosa y El Salado. Pero las aguas estuvieron correntosas desde la mañana.
Un voluntario, Eduardo Guerrero, sufrió un accidente al resbalar casi cuatro metros desde una piedra, en la orilla del río Salado, en el sector del embalse. El joven de unos 28 años buscaba entre las rocas los cuerpos de sus sobrinos, Neymar, de cuatro años, y Diana, de siete años. Aparentemente presentó una fractura en la pierna.
Eduardo Guerrero, tío de nos niños de 4 y 7 años desaparecidos en el río Oyacachi, resultó herido durante la búsqueda al resbalar de una piedra. Foto: EL COMERCIO
Él fue rescatado por personal del Grupo de Operaciones Especiales (GOE) y luego trasladado en helicóptero hacia un hospital.
Debido a las condiciones del clima, ya que el agua se elevó 1,5 metros cúbicos por las intensas lluvias de la madrugada, la búsqueda fue suspendida al caer la tarde.
Las madres de los niños, que acompañaban a los equipos de rastreo no pudieron dejar de llorar cuando el último grupo regresó por el río con el bote vacío. Otro día más sin sus hijos.
Según personal del GOE y del GIR, los cuerpos de los menores podrían emerger mañana viernes si es que el caudal disminuye.
El único consuelo para los progenitores es hallar a sus hijos. “No podría vivir pensando que simplemente se lo llevó el río, necesito verlo y darle cristiana sepultura”, dijo Dolores Vega, abuela de Diego Ch., de cuatro años.