La pequeña Melodie (centro) fue secuestrada en 1987. Es hija de la cantante coreana Kimera y el empresario libanés Raymond Nakachian. Foto: Captura de pantalla
Drama, exotismo, suspenso, publicidad, angustia. Esos son los ingredientes que componen a uno de los secuestros más sonados en Europa: la desaparición de Melodie Nakachian, una niña de 5 años, hija de la popular surcoreana cantante Kimera. Cuando ocurrió, el 9 de noviembre de 1987, fue portada del periódico internacional El País, que mantiene vigente el suceso.
En un reportaje de largo aliento, la periodista Gabriela Cañas desentraña el caso. Ese día, el 9 de noviembre de 1987, Europa amaneció con la noticia de que una niña de 5 años, con el cabello rubio y tez blanca, había sido secuestrada.
Hasta ese momento, el nombre artístico de su madre, Kimera, una cantante de ópera rock y el de su esposo, un empresario, Raymond Nakachian, eran desconocidos. Cuando se supo del secuestro, se conoció que el hijo mayor de Nakachian, había llevado a su hija y a su hermanastra, Melodie, al colegio. Se trasladaron a bordo de un vehículo BMW rojo y salieron pasadas las 09:00.
Apenas habían abandonado la urbanización en la que vivían cuando una furgoneta los interceptó y Nakachian hijo perdió el control del carro. Fue en ese momento cuando cuatro hombres -encapuchados y armados- bajaron del vehículo y forzaron a Melodie a ingresar en la furgoneta. Pero no estaban solos. Allí había otro automotor rojo que cumplía el rol de refuerzo y vigilancia de los secuestradores.
Tras el incidente, las especulaciones comenzaron a crecer en torno a las mafias internacionales que operan privando de la libertad a pequeños niños a cambio de cuantiosas sumas de dinero. Desde ese día, el hogar de la pequeña se convertiría en el epicentro de teorías que convocaban a diario a policías, periodistas, guardias civiles, oportunistas y curiosos. De hecho, más de 1 500 efectivos policiales se mantenían en los exteriores de la vivienda.
Pasaron dos días y ninguna noticia llegaba. Ni una llamada, ni una nota, ni un indicio que explique por qué se había planeado el secuestro de Melodie. Hasta que la Policía halló la furgoneta al tercer día: era robada y la matrícula había sido cambiada.
Los rostros de Kimera y su esposo Raymond comenzaron a posicionarse en los medios de comunicación. Allí se conoció que el padre era un financiero libanés con un patrimonio millonario. Por eso, la Policía comenzó a plantear la posibilidad de que se tratara de una venganza, un ajuste de cuentas.
Una de las primeras declaraciones que despegó la popularidad de esa búsqueda surgió cuando el portavoz de la familia, el jurista Jaime Torrabadella, dijo en rueda de prensa: “Pedimos a los secuestradores que traten a Melodie con afecto y delicadeza y que no olviden que a ella le gustan los álbumes de dibujos animados“.
Los secuestradores se manifestaron y su líder -un hombre con acento francés- pidió USD 13 millones en billetes de USD 50, además de que decenas de notas anónimas llegaban a la familia.
La extorsión había iniciado y la familia había ingresado en un terreno poco desconocido de incertidumbre. Además, el Gobierno de España, nación donde vivían los Nakachian, había prohibido a los bancos despachar grandes cantidades de dinero en una sola entrega.
Pese a las dificultades económicas, hubo solidaridad y se creó una campaña llamada Villa Melodie, que comenzó a levantar donativos desde diferentes sectores de España. Ese acto conmovió a Nakachian, quien decidió nacionalizarse como español. Además, grupos poderosos se unieron a la búsqueda y ofrecían una recompensa de USD 10 millones para quien tuviese una pista de la pequeña. El padre añadió USD 5 millones.
Pedro Rodríguez Nicolás, entonces comisario general de la Policía Judicial, lideró la investigación. Su primera decisión fue intentar poner orden en Villa Melodie, que en ese momento era el centro de la atención nacional. El problema es que el caso de Melodie ya se había convertido en un tema diario en España y Europa. Las intervenciones de Kimera y Nakachian en la televisión los habían vuelto en personajes célebres.
Ante el acoso de los periodistas que hacían guardia a los pies de su casa, Nakachian salió a la calle, alterado. Allí dijo: “Son personas completamente locas. No son humanos. Son animales ¿Cómo es posible que gente que tiene madre, hermanas o hijas pueda hacer eso a una niña de cinco años? ¿Qué les ha hecho ella? Que me ataquen a mí si son hombres”, dijo, según cita El País.
A través de una llamada a la escuela, los delincuentes, guiaron a los padres para que encuentren con una demoledora grabación de Melodie. Su voz asustada dice: “Hola, papá. Yo quiero ver a mamá y a mi hermanito chico, papá ¿por qué tú no pagas? Yo estoy muy triste quiero ver a mamá y a mi hermanito chico, papá si pagas, ¿por qué no pagas? Si tu no pagas, estoy muerta”.
Durante los 10 días que duró el secuestro, la Policía logró reunir pistas hasta dar con el paradero de Melodie, que fue rescatada sana y salva por un comando de los GEO cuando estaba encerrada en un apartamento de Torreguadiaro, en San Roque, en España. Aunque la familia recaudó fondos para pagar la suma que pedía el grupo delictivo, fueron devueltos a sus donantes después de la detención de los secuestrados.
En el departamento en el que Melodie estuvo retenida, los efectivos encontraron varias agendas con teléfonos de ciudadanos franceses, lo que llevó a la apertura de diligencias en la Fiscalía de Creteil (Francia) y a la posterior detención de varias personas, la mayoría franceses.
En febrero de 1994 terminó el proceso judicial por este caso, del que la Audiencia Provincial de Málaga consideró autores en distinto grado a los franceses Jean Louis Camerini, Jean Marie Caillol, Alain Coelier, Constant Georgoux y el español Angel García Menéndez, quien cumplió seis años de condena por su participación en los hechos. También la ciudadana francesa Nadine Etienne estuvo procesada, pero huyó de la justicia.
En Francia también fueron juzgados varios de los integrantes de la banda delictiva y fueron condenados a prisión. Jean Louis Camerini fue considerado el cerebro del crimen y el responsable de redactar los anónimos enviados a la familia Nakachian, así como de contratar a otros miembros de la banda, según la sentencia que le condenó en enero de 1992 a más de 21 años de cárcel.
Tras el secuestro, Kimera y Nakachian se alejaron de la vida pública. El padre falleció en junio del 2014. La cantante, en cambio, reside en España, mientras que Melodie permanece en el anonimato.