El malestar en su cuerpo es evidente. Sus ojos siguen rojos a causa del gas pimienta. También cojea al caminar. Los detalles del asalto que sufrió en el interior del taxi en Quito son aún muy frescos.
Su relato, a este Diario, se inicia con un nombre protegido: Esteban. Teme que al mostrar su rostro y dar su nombre verdadero las amenazas de muerte que recibió la noche del lunes 23 de marzo del 2015, durante un violento secuestro exprés, se hagan realidad. “¡Te vamos a acuchillar y dejar botado por ahí!”. Cosas similares escuchó durante las horas que lo tuvieron dando vueltas en un taxi por la ciudad. Él es otra víctima de secuestro exprés que rompe el silencio y denuncia su caso en las redes sociales. Otros dos casos más se conocieron por este medio desde el fin de semana.
El ataque a Esteban ocurrió alrededor de las 21:00, en el sector de La Carolina, en el norte de Quito. El joven cayó en manos de una banda dedicada al secuestro exprés luego de que tomara un taxi en la calle, sobre la av. Eloy Alfaro. No solicitó el servicio a través de una aplicación telefónica, porque estaba sin Internet. A pesar de que afirma haber escogido un vehículo de apariencia segura, su precaución no le libró de ser víctima del violento robo. Se fijó que el taxi tenía la placa anaranjada, los sellos que referían pertenecer a una cooperativa y vio también el logo de una empresa que ofrece taxis por la web.
Al ingresar al vehículo le pidió al conductor que hiciera una carrera hasta su domicilio. Le señaló el trayecto y cuando vio que tomaba una ruta distinta le reclamó. “Todo el tiempo, el chofer hizo un teatro. En un momento paró y me preguntó: ‘¿Adónde me dijo que le lleve?’. Segundos después se subieron tres hombres. Estaban en una calle poco iluminada, donde los esperaban.
Se trataría de la misma modalidad de la que fue víctima Alejandro, el pasado 7 de marzo. El lunes, Alejandro contó a EL COMERCIO su caso luego de que este se ‘viralizara’ por las redes sociales. También dijo que lo golpearon cuando se resistió e incluso forcejeó con uno de los integrantes de la banda cuando este intentó agredirlo con un destornillador.
Pero en el caso de Esteban hubo solo dos puñetes. Él notó un detalle adicional: los tres desconocidos y el chofer no actuaban solos, otro vehículo escoltaba al taxi.
Apenas los hombres ingresaron al automotor, recibió la primera descarga de gas pimienta en sus ojos. Incluso, 18 horas después, cuando concede esta entrevista, aún pestañea por la irritación. Para intimidarlo le golpearon en el rostro. Lo insultaron, lo amenazaron de muerte, se burlaron de él y prometieron acuchillarlo si no colaboraba.
Durante el secuestro estuvo en la misma posición, casi sin poder moverse ni hablar. Él tampoco intentó resistirse. Así les reveló las claves de las tarjetas bancarias que tenía. Se llevaron su celular y sus documentos personales. “Me tuvieron cuatro horas en un taxi. Estuve ciego todo el tiempo, no sé por dónde pasamos. Pero me llama la atención que nunca hubo un solo control policial”.
En los casos difundidos en las redes sociales, las víctimas narran tres características similares: violencia, son llevadas por horas en un taxi y los abandonan en zonas poco iluminadas o despobladas. Una de las víctimas incluso publicó en Internet su fotografía luego del secuestro exprés que sufriera el viernes 20 de marzo. Se lo veía con el rostro lleno de moretones, un ojo completamente hinchado y usaba collarín.
“Todos estos casos han ocurrido en la mismo sector de la capital, son menos de 5 kilómetros a la redonda en donde no hay presencia policial”, critica Esteban. En esa zona, que comprende el área bancaria y comercial de la urbe se registró el 48% de los robos a personas denunciados en el 2014. Así lo detalla el Observatorio Metropolitano de Seguridad Ciudadana, en su informe anual. Le sigue el distrito Eloy Alfaro, o zona sur. Allí se han dado el 12% de los robos. Otro dato que recoge el documento es que en Quito se denunciaron 8 701 robos a personas. De estos, el 24,9% ocurrió en el interior de un automotor.
Esteban engrosa esos datos. Los desconocidos esperaron poco antes de medianoche para hacer el primer retiro del monto máximo permitido. El segundo lo hicieron en la madrugada de ayer (martes). Se llevaron USD 900 en total, su celular y todos sus documentos personales. Luego lo abandonaron en el sector de La Gasca.
El joven recuerda que gritó por ayuda, pero nadie se acercó a él. Aún estaba enceguecido. Pero alguien lo escuchó y llamó a la Policía. Entonces, telefoneó a un pariente para decirle que estaba con vida. En su casa ya lo estaban buscando.