Paola Alanuca, madre de Anahí, niña que fue raptada el 6 de agosto de 2019. Fotos Galo Paguay/ EL COMERCIO.
Anahí Jazmín tiene hongos en una parte de su cuero cabelludo. La irritación se ha reducido debidos al cuidado de su mamá, Paola Alanuca. Cada mañana, como parte del baño, la pequeña es restregada con una solución especial. Esa es una de las secuelas que dejó el secuestro del que fue víctima por nueve días.
EL COMERCIO volvió este viernes 30 de agosto del 2019 a su casa, en el sur de Quito. Allí también funciona el negocio de Paola, su madre. Se trata de un local de cabinas de Internet en el que también hay artículos de papelería.
En esta temporada alta, de retorno a clases, aprovecha la mujer para vender la mayoría de la mercadería. En todo atiende a decenas de clientes. Pese al trajín, en ningún momento quita sus ojos de Anahí, que la acompaña. Otros dos familiares también están pendientes a cada instante de la niña.
Desde el rapto, la madre ya no se siente segura ni con sus propios clientes. Ella cuenta que la mujer que se llevó a Anahí era usuaria frecuente de su local. Ingresaba y alquilaba una computadora con conexión a Internet.
El 6 de agosto último, cuando se dio el secuestro, la sospechosa ingresó al negocio en tres ocasiones. Ocupó una máquina por una hora y se escribió con otras personas. Ahora, la Fiscalía ya ordenó una pericia sobre el contenido de la computadora. Esta se realizará la próxima semana.
Anahí fue raptada cuando se encontraba en el local de su madre. Foto: Galo Paguay/ EL COMERCIO.
A Paola le llama la atención que la Policía señale que solo dos personas (una mujer de 19 años y su hermana de 16) estuvieron involucradas en el rapto por encontrar afinidad con la niña para criarla como su hija. “Recién cuando se hagan las pericias y se tengan todos los elementos se podría decir si hay más involucrados”.
La familia asegura que hasta el momento no ha tenido atención psicológica de la Policía, tal como lo aseveró el jefe de la Dinased, Diego Erazo. En cambio, sí se ha hecho presente la psicóloga del subcentro de Salud Pública, quien ha mantenido tres reuniones para conocer el estado de la menor y de sus allegados.
Además de los hongos en el cuero cabelludo, la niña regresó de su secuestro con sarpullido en el rostro. No quería que nadie la tocara. También le tenía miedo al agua y no aceptaba ser bañada ni que le pusieran medias o zapatos.
Para la madre lo más importante ahora es investigar y llegar a la verdad. Recuerda que hay la versión de una de las hermanas de las implicadas, quien fue la que avisó del paradero de la niña, y que debe tomarse en cuenta. La hermana que delató el hecho habló con la madre de Anahí. Le contó que su hermana de 19 años anunció que criaría una niña, porque “una prostituta” se la regalaría.
Paola Alenuca, madre de Anahíd, menciona que la niña ha recibido ayuda de la psicológica del subcentro de Salud Pública. Foto: Galo Paguay/ EL COMERCIO.
La hermana de las investigadas acudió a una Unidad de Policía Comunitaria (UPC) en el sector de La Ecuatoriana con los zapatos de la niña días previos al rescate. En su casa en Quito habría estado cerca de cinco días, antes de que las captoras se la llevasen a El Coca, donde se encontró a la menor el 14 de agosto.
La madre continuará con las diligencias judiciales. El lunes irá a Orellana para dar su versión en la Unidad Judicial en la que se lleva la investigación. Para ella, este capítulo de su vida es algo que quiere olvidar. Durante el tiempo que estuvo alejada de su hija no pudo dormir ni comer. “Llegué a pedirle a Dios que me devuelva a mi hija como Él quiera devolvérmela, pero que me la entregue”.