En el taller de WyM, María Tamayo sigue con su negocio. Con el préstamo de USD 12 000 abrirá nuevos locales. Foto: Enrique Pesantes / EL COMERCIO
El estruendo de las máquinas volvió a interrumpir el silencio en el recinto Paja Colorada. Es un apartado caserío del cantón Rocafuerte (Manabí), cubierto por maizales.
El brillo de los silos es la guía para los agricultores que llegan hasta las instalaciones de la Unión Provincial de Organizaciones Campesinas de Manabí (Upocam), para vender su producto. “Aquí damos el precio justo, sin la influencia de los intermediarios”, cuenta Dilmo Párraga, vicepresidente de la asociación.
Pero luego del terremoto del 16 de abril la atención se paralizó. Durante dos meses los silos fueron abandonados debido a daños en su estructura. La báscula también se averió y para retomar sus actividades, la Upocam aplicó a un crédito de USD 80 000 de BanEcuador. Parte de ese dinero se invirtió en arreglos y el resto en la compra directa a los maiceros.
“Ahora el precio está entre USD 14 y 15 por quintal. Aquí vienen con 30, 50, 100 quintales, y les pagamos de inmediato; los intermediarios pagan después de ocho o 15 días”, asegura Párraga, mientras revisa un puñado de maíz que pasó por la máquina de secado.
A fines de julio, la Upocam y otras cinco organizaciones accedieron a un crédito global de USD 298 000. Kléber Cobeña es parte de la Asociación 13 de Julio, de la comunidad San Roque, también en Rocafuerte. Él recibió USD 3 000 que empleará en reactivar la producción de cinco hectáreas de maíz. En total, se calcula que la reactivación productiva del sector maicero beneficiará directa e indirectamente a más de 22 000 agricultores.
Manabí tiene 1 163 427 hectáreas productivas, entre cultivos permanentes, transitorios, pastos cultivados y naturales. Es la de mayor extensión en la Costa, seguida por Guayas y Esmeraldas, según el Ministerio de Agricultura. Para su reactivación agrícola se necesitan USD 316 millones, como reportó la Senplades.
Este sector ocupa el cuarto rubro entre los 13 sectores productivos que recibieron préstamos de BanEcuador en Manabí. De los USD 33,8 millones entregados a la provincia, USD 2,5 millones fueron al agro.
El primero en la lista es el sector del comercio, con USD 12,5 millones. WyM Moda, una tienda de ropa con sello ecuatoriano, recibió USD 20 000. El negocio se promociona en enormes vallas que aún recuerdan su anterior ubicación: en el Centro Comercial Municipal de Portoviejo que desapareció por implosión.
“El día del sismo fue el de mejor venta. Después, nos cambió la vida”, dice María Tamayo, propietaria de la tienda que por ahora funciona en un angosto taller, en las afueras de la capital manabita.
Ese sábado, poco después de cerrar las puertas, el terremoto destruyó el local. “Perdimos cerca de USD 12 000, entre mercadería, maquinaria, vitrinas y maniquíes. Tuvimos que pagar a proveedores y liquidar a parte del personal. Nos quedamos en cero, así que el crédito nos dio ese oxígeno que necesitábamos”.
Tras el terremoto, las ventas de WyM Moda pasaron de USD 5 000 a 1 200 por mes. Pero Tamayo ya piensa en estrategias para atraer clientes. Entre retazos de telas brillantes y vitrinas repletas con coloridos vestidos, cuenta que proyectan abrir dos locales y, a más de vender ropa, también recibirán pedidos de confección y arreglarán prendas.
Según el informe de la Senplades sobre la reactivación de las zonas afectadas por el terremoto, se necesitan USD 1 032 millones para levantar varios sectores productivos. Es el 31% del monto total que se calcula para la reconstrucción. Desde el sector público, el Banco del Pacífico ha inyectado cerca de USD 70 millones en créditos, en especial para el sector pesquero privado, como explicó su presidente ejecutivo , Efraín Vieira.
Mientras que BanEcuador ha otorgado préstamos de hasta USD 20 000, a un plazo de hasta 10 años. Según la entidad, entre los requisitos solicitan una garantía quirografaria (firma de garante) y se aprueba en un máximo de cinco días.
El sector de servicios está en el tercer lugar en volumen de créditos, con USD 4,4 millones. Punto Software espera despegar nuevamente con un incentivo de USD 12 000. Hace ocho años comenzó a ofrecer servicios informáticos y venta de suministros para computadoras en un local en la actual zona cero de Portoviejo. Al mes superaba los USD 2 000 de ganancias, pero el sismo desplomó a la mitad esa cifra.
“Tras el terremoto apenas recuperamos el 20%. El local fue muy afectado y calculo que solo en equipos perdimos más de USD 20 000”, cuenta Jaime Molina, su propietario.
Por ahora adecuó su negocio en un pequeño departamento, lejos del centro de la capital manabita. Con el crédito compró una computadora nueva, dos para los trabajos de respaldo, vitrinas y perchas, y diseñó una hoja volante con información sobre su nueva ubicación.
“Ahora hasta hago trabajos a domicilio para mantenerme. Pero ya tengo planes a futuro: abrir algunos puntos receptores para los clientes, más un laboratorio grande de reparación. Los manabitas tenemos alma de acero y lograremos salir adelante”, dice.