Santo Domingo de los Colorados, ubicado en la región Costa del Ecuador, se transformó en 47 años. De ser una pequeña parroquia donde la mayoría de su población se concentraba en el campo se convirtió en la cabecera cantonal de la provincia tsáchila. Sus habitantes han sido testigos del desarrollo de esta región, caracterizada por sus tierras fértiles y su diversidad cultural.
Hoy en la ciudad, que es uno de los pasos obligados para quienes viajan de la Sierra a la Costa, o viceversa, abundan todo tipo de negocios.
La presencia de coterráneos de otros puntos del país, como las provincias de Loja o Manabí, es también parte de su identidad. A propósito de la reciente celebración por la cantonización, tres santodomingueños cuentan cómo recuerdan a la tierra tsáchila en sus inicios: Freddy Jervis, propietario del Club Hotel Ida María.
Mi papá, José Jervis, fue jefe político del cantón cuando todavía no era provincia y fundador de la Cámara de Comercio. Antes, a Santo Domingo se venía por la vía a Chiriboga, que era unidireccional en la mañana y del otro sentido en la tarde. Si se dañaba un carro, todos tenían que ayudarle sino nadie se movía.
Por esos percances había una relación de comunidad, más unión, la gente se conocía más. Pero en Santo Domingo somos muy pocos, la mayoría ha emigrado de otras provincias, por eso las costumbres de Costa y Sierra están aquí. La ciudad ha tenido toda la vida el problema del agua potable. Aparte de eso, el problema que tiene Santo Domingo es que el 70% de la basura es orgánica y por eso se necesita una procesadora para hacer abono orgánico.
Fresia Borja de Loyola, ex reina de Santo Domingo
La primera feria ganadera, artística y artesanal que se realizó en Santo Domingo la promovieron tres personas que en ese entonces presidían el Centro Agrícola. Uno de ellos fue mi padre Mario Borja. Desde esa feria a Santo Domingo se la comenzó a ver como el corazón del Ecuador, con todas las virtudes que tiene esta tierra.
Es uno de los cantones más jóvenes y ya estamos duplicando la cantidad de habitantes. Ha crecido enormemente la ciudad. De mi labor como reina se consiguió la primera motobomba para el Cuerpo de Bomberos, hace más de 40 años.
Antes, me acuerdo que en la 3 de julio (peatonal) había una casa pequeñita, frente al antiguo hospital Augusto Egas, de madera. Esa era la Policía. Lo que sí recuerdo de ese tiempo es que no nos cuidábamos de que nos asaltaran o nos robaran. Hay cosas positivas de antaño y de hoy en día. Hoy vemos a un Santo Domingo próspero, muy comercial.
Jorge Chérrez, propietario de la Botica de Santo Domingo
En los años cincuenta, recuerdo a Santo Domingo como la parroquia pequeña, chiquita que pertenecía al cantón Quito. Para las fiestas, se celebraba convocando a toda la población a través de micrófonos y parlantes, no había radios todavía. El parlante era del señor Manuel Ramos, quien invitaba a hacer todas las actividades comunitarias.
El campo deportivo era una explanada, donde hoy es el mercado Unión y Progreso, en la calle Chone que más tarde se convirtió en la 3 de julio y la 29 de mayo, que tampoco existía. Ese era casi el límite extremo de la población.
El crecimiento de Santo Domingo ha sido vertiginoso. Crecía en los primeros años de cantonización al 6,5 por ciento. Llegaba población a Santo Domingo buscando las tierras fértiles por la sequía de Manabí y Loja. Antes, el 70% de la población estaba en el campo y el resto acá en la ciudad. Hoy es lo contrario. Mi padre instaló la primera botica de la ciudad.
Antes Santo Domingo demandaba ingentes presupuestos que no tenía la Municipalidad y por eso es que siempre aspiramos a ser provincia, antes de ser cantón.