En la comuna Río Verde, del cantón Santa Elena, el puente estuvo a punto de colapsar. El río no crecía desde el fenómeno de El Niño de 1997-1998. Foto: Mario Faustos / EL COMERCIO
El cerro El Tablazo permite ver los tres cantones de la provincia de Santa Elena. A lo lejos se dibuja el malecón de La Libertad, la puntilla de Salinas y de sus faldas se extienden las calles de Santa Elena.
Desde aquí también es más evidente su vulnerabilidad. Antiguamente, la zona estuvo rodeada por ríos y albarradas que con el tiempo se secaron. Hoy afronta las lluvias más fuertes de los últimos 19 años.
Una de las principales vías del barrio 16 de Julio desciende desde El Tablazo. El 8 de febrero pasado se convirtió en una cascada de lodo, cuando uno de los colectores del sector colapsó. “Era una avalancha. No dio tiempo de alzar nada”, recuerda José Campoverde, quien salió nadando de su casa.
Este es uno de los 26 puntos donde se han reportado emergencias por inundaciones, deslizamientos, desbordamientos de ríos y riesgo de colapso de puentes, en el área urbana y rural del cantón Santa Elena.
“Hemos tenido estos problemas porque en pocos días de lluvia alcanzamos lo que llueve en todo el año”, explica Richard Flores, director de Gestión de Riesgos del Municipio.
Los reportes del Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (Inamhi) muestran que el 2017 ha sido uno de los más lluviosos desde el fenómeno El Niño de 1998, cuando solo en enero hubo registros de 575,7 milímetros de lluvia (litros por metro cuadrado).
Para enero, el promedio histórico (un balance de los últimos 30 años) es de 24 mm en la estación Salinas; en este año llegó a 128,9 mm. En febrero, el histórico es de 49,6 mm; ahora cerró con 268,7 mm. Por estas anomalías, Santa Elena es una de las cuatro provincias declaradas en alerta naranja.
Para explicar el incremento de lluvias, el técnico del Inamhi José González recurre a los mapas que reflejan un calentamiento en la costa del Pacífico. “Esto produce constante nubosidad, que causa lluvias intensas, con tormentas eléctricas”.
El 7 de febrero, un rayo afectó parte el suministro eléctrico en Santa Elena. Cayó cerca de la comuna Atahualpa, junto a una estación de abastecimiento.
Ese día hubo inundaciones en los barrios Narcisa de Jesús, Valle de la Virgen y El Portón.
Sixto Gómez, del departamento de Obras Públicas del Municipio de Santa Elena, recorrió esas zonas para constatar los arreglos temporales. En algunas partes se aumentó el diámetro de las tuberías, se succionó el agua estancada con bombas, se repararon vías de acceso y se limpiaron canales. “Como no llovía con fuerza hace más de 10 años, la gente asumió que ya no llovería y se asentó sobre los cauces o en zonas muy bajas”, dice Gómez.
Un informe de la Secretaría de Gestión de Riesgos (SGR) concluye que el 70% del territorio provincial es altamente vulnerable a inundaciones. Menciona que hay poblaciones ubicadas en cauces abandonados y valles aluviales, que ahora acumulan agua.
En estos dos meses, el temporal ha dejado 23 familias y 24 viviendas afectadas en esa zona costera. Y hay un albergue activado en la parroquia José Luis Tamayo, en Salinas.
El alcalde Daniel Cisneros calcula que 700 familias de su cantón viven en asentamientos irregulares, propensos a inundaciones. Este año, el Cabildo destinó USD 70 000 para prepararse frente al invierno. “Pero las inundaciones han sido cuatro veces más que el promedio”, comenta.
En La Libertad han tenido problemas en 11 sectores, según datos de la Dirección de Gestión de Riesgos del Cabildo. El barrio Valle Hermoso es uno de los más afectados. El agua ingresó a 15 viviendas, debido al bajo nivel del suelo. El Municipio trabaja con bombas de succión en sitios puntuales y en la limpieza de canales.
La provincia tiene 308 581 habitantes. Gestión de Riesgos advierte que el 65% de su población tiene alta y muy alta vulnerabilidad a inundaciones. Esa fragilidad es la que muestra El Tablazo, principalmente en las zonas rurales donde el paisaje, usualmente desértico, ahora está cubierto por la espesa vegetación.
La comuna San Rafael quedó aislada dos veces en febrero. El único puente que conecta con la parroquia Chanduy fue cubierto por un río que no se desbordaba desde 1998, como relata Leonor Quimí. “Este río es seco, pero ahora nos acorraló”.
Cerca, en Río Verde, un puente estuvo a punto de colapsar. “El río no crecía. Ahora, cuando se llena, no podemos pasar”, cuenta Joselyn Soriano. En esta comuna, las albarradas resecas volvieron a llenarse. En una ellas, hace pocas semanas, un joven quedó atrapado en el fondo lodoso y se ahogó.