Andrea Rodríguez B.
Editora
A Charles Darwin se lo ha asociado siempre con la evolución de las especies. Es representado como el gestor de una revolución. ¿Qué hay de cierto en ello?
Hoja de vida
Máximo Sandín
El científico estudió Biología en España. Dicta clases de Bioantropología en la facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad Autónoma de Madrid.
Es autor de varias investigaciones, entre ellas, ‘En Busca de la Biología, la ‘Transformación de la Evolución’, ‘Hacia una nueva Biología’, entre otros.
La semana pasada, el biólogo español Máximo Sandín dio una reveladora visión sobre el tema.
Este investigador, profesor titular de la Universidad Autónoma de Madrid, estuvo en Quito durante una breve visita académica. Sandín es considerado uno de los más duros críticos del darwinismo y su estudios sobre el tema así lo demuestran.
“Muchos científicos creen que es una blasfemia ser crítico con Darwin. Eso no ha ocurrido ni con Einstein ni con Newton ni con Planck”.
La primera crítica que hace este investigador está relacionada con el hecho evolutivo.
Sus investigaciones revelan que es falso que el libro de Darwin se escribiera como una teoría de la evolución. Darwin solo hablaba del origen de las especies. Cuando lo publicó la evolución llevaba 100 siendo estudiada científicamente en las universidades. El término evolución no aparece en su libro hasta la sexta edición.
Eso significa, según los estudios de Sandín, que Darwin no elaboró una teoría de la evolución, sino un texto con explicaciones, “algunas divertidas”, sobre cómo se podía producir la diversificación de las especies, basándose en la cría de animales domésticos. Para este biólogo, de mirada penetrante, la conversión de la selección natural en poder omnímodo capaz de explicar la enorme complejidad de la Naturaleza, no fue una creación de Darwin.
“Él era un acomodado victoriano al que su vida le llevó, mediante la observación de ganaderos y criadores de palomas de su entorno, a la ‘genial idea’ de que, al igual que los ganaderos seleccionan características por lo general anormales, producidas al azar en sus animales, en función de sus intereses, la naturaleza seleccionaría a los seres vivos más adecuados.
Para él tampoco existe ‘el gen de’; hablamos de secuencias que están distribuidas en fragmentos. Estos luego se combinan bajo el control de la totalidad del genoma y que está condicionada por el ambiente”. Este aspecto, apunta, resulta contradictorio con el “determinismo genético del darwinismo”. El genetista ecuatoriano Víctor Espín coincide en este punto al decir que no existe un solo gen para cuestiones tan complejas como el comportamiento humano.
Punto de vista Gabriel Trueba/ Biólogo
Charles Darwin sigue vigente
Para el profesor español Máximo Sandín la teoría de la evolución es una idea no probada y ve a la obra de Darwin como algo trivial y, además, de poca trascendencia.
Hoy más que nunca las ideas de Charles Darwin están vigentes. Este año de celebración del segundo centenario de su nacimiento coincidió con una de las demostraciones más espectaculares de evolución, una pandemia del virus de influenza.
Un pequeño cambio en el genoma de un virus porcino lo convirtió en un patógeno humano. Hace 150 años, en su libro ‘El Origen de las Especies’, Darwin ya describió los mecanismos básicos que originan este tipo de fenómenos: la selección natural y efecto de esta sobre los variantes de una especie. Los biólogos modernos usan los planteamientos de Charles Darwin y la información proveniente del ADN para reconstruir los árboles familiares de las especies vivientes y para buscar vestigios de selección natural en los genes.
No es sorprendente que muchas de sus preguntas respecto a la evolución de las especies (tales como la evolución de los invertebrados) permanezcan no-contestadas por la ciencia contemporánea pese al desarrollo tecnológico.