De San Lorenzo a Palma Real, un recorrido gráfico por la frontera norte

Esta foto tomada en el muelle de San Lorenzo muestra los botes cargados de mercancía y gas. Foto: Eric Samson para EL COMERCIO

Esta foto tomada en el muelle de San Lorenzo muestra los botes cargados de mercancía y gas. Foto: Eric Samson para EL COMERCIO

El movimiento comercial de San Lorenzo se sigue concentrando en el muelle. Desde los eventos de inicio de 2018, en particular la explosión de un coche bomba detrás el cuartel de Policía Nacional el 27 de enero, la frecuencia de navíos ha bajado en la ciudad. Las canoas hacia Tumaco han pasado de 20 diarias a cinco, según algunos transportistas. Foto: Eric Samson para EL COMERCIO

En el muelle de San Lorenzo, los botes parten cargados de mercancía y gas hacia los poblados cercanos. El movimiento comercial se sigue concentrando, como ha sido siempre, en este punto; la actividad fluvial es uno de los motores de la economía del norte de Esmeraldas.

Los viajes de los botes han bajado en la cabecera cantonal de San Lorenzo. Esto, desde la explosión de un coche bomba en un cuartel de la Policía Nacional el pasado 27 de enero de 2017. Hacia Tumaco, la frecuencia de canoas ha pasado de 20 diarias a cinco, indican algunos transportistas de la zona.

En la entrada de esta ciudad, se ubica el terreno destinado a la construcción de un conjunto de 365 viviendas por parte del Estado. Algunas de estas casas están destinadas a los damnificados por la explosión ocurrida en las inmediaciones del cuartel pero las familias deberán seguir esperando. Las primeras 17 casas de tres habitaciones están visibles pero su construcción está actualmente paralizada. Todavía no están ocupadas. Las otras siguen siendo un sueño lejano. Tras el cuartel atacado, otras casas han sido construídas para los afectados.

La concha es otra de las actividades productivas que se llevan a cabo en la zona. En una pequeña caleta de concheras de la ciudad, un grupo de niños juega en el agua, a pesar de la evidente contaminación del río. En este barrio, el acceso a agua potable es escaso.

Esta foto tomada en el muelle de San Lorenzo muestra los botes cargados de mercancía y gas. Foto: Eric Samson para EL COMERCIO

Un bote guardacostas abastece la base flotante de las fuerzas de seguridad que se encuentra frente a Palma Real, la última población en la ribera del río Mataje en la frontera con Colombia. El sábado 8 de diciembre de 2018, dos botes de vigilancia patrullaban entre San Lorenzo y Palma Real, un recorrido que toma alrededor de 30 minutos.

En abril de 2013, una explosión provocó la muerte de un efectivo en la estación naval de Palma Real. Hoy el poblado es vigilado por efectivos de la UPC local, reforzados por algunos agentes de fuerzas especiales. Aquí, como en el resto de la frontera norte, los policías son reemplazados cada seis meses.

Base flotante de la Marina frente a la población de Palma Real. En 2013, una explosión provocó la muerte de un efectivo en esta estación naval. Foto: Eric Samson para EL COMERCIO

Aunque la situación de seguridad ha mejorado en los últimos meses en la zona, en noviembre de 2018 uno de estos botes de la Marina fue recibido con disparos desde otra embarcación. Los desconocidos lograron huir.

La economía en Palma Real gira en torno a tres actividades: la extracción de concha, la pesca y el comercio. De hecho, un 80% de las actividades productivas tienen que ver con estas dos primeras. Según cuentan los trabajadores de esta área, la población de conchas aún se mantiene en esta zona. Sin embargo, en el resto del mangle la situación es distinta: cada vez es más difícil encontrar concha.

La población de Palma Real ha visto mejorar sus condiciones de vida con la llegada de la electricidad al poblado. Una línea construída en medio del mangle permite a la población tener acceso a electricidad de manera continua y sin depender de generadores a diesel.

* Eric Samson es coordinador de la carrera de Periodismo en la Universidad San Francisco de Quito

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