Salvatore Mancuso quiere ser mediador de paz

Carlos Rojas, corresponsal en Bogotá

El jefe paramilitar desmovilizado, Salvatore Mancuso, le pidió al presidente Álvaro Uribe convertirlo en gestor de paz.

Lo hizo a través de una extensa carta de 26 páginas, firmada el 22 de marzo, y escrita desde su celda en Washington donde se encuentra recluido por más de un año. Ello, tras haber sido extraditado junto a otros 13 de sus compañeros.

Su contenido, difundido ayer por diario El Tiempo, resulta polémico. Este hombre, por más de 10 años, estuvo al frente de unos de los ejércitos insurgentes más violentos del mundo. Además, durante el proceso de desmovilización de 2004, aceptó su responsabilidad en tres masacres a poblaciones enteras, haber liderado redes de narcotráfico y planificado al menos una docena de magnicidios.

El temido Mancuso se ofrece ante el Gobierno a ser un mediador que ponga fin a la violencia colombiana. Esto luego de considerarse como “el espejo donde se miran los ‘Cano’, los ‘Jojoy’, las FARC, el ELN, las bandas emergentes, los ‘don Mario…”.

Es decir, los actuales protagonistas del conflicto armado que aún causa duras secuelas.
En su extensa misiva, el desmovilizado paramilitar no solo da cuenta sus amplias horas de soledad y su tristeza por estar en la cárcel lejos de su “amada Colombia”. También reafirma sus votos porque Uribe siga siendo presidente por otros cuatro años más.

Si bien la carta de Mancuso no escatima en adulos para con el Rresidente reflexiona sobre los errores que, a su juicio, ha cometido su política contra los armados. Incluso, en el marco de  la Ley de Justicia y Paz, que permitió la desmovilización paramilitar, a la que considera incompleta. Por ese motivo, “han surgido las denominadas bandas emergentes”.

Desde la celda insiste que la paz en Colombia se alcanzará con acuerdos políticos y no con exclusivas estrategias armadas. Otro de los temas más polémicos fue su certeza de que las eventuales revelaciones de los nexos entre miembros de las Fuerzas Militares y su ejército de autodefensas resultará para el país un “episodio más duro que el escándalo de la parapolítica”.

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