Moscú, ANSA
Los servicios secretos rusos ratificaron hoy la autenticidad de los fragmentos del cráneo de Adolf Hitler, conservados en los archivos de Moscú, desmintiendo la versión de investigadores norteamericanos que aseguraban que esos restos pertenecían a una mujer.
“En los archivos de los servicios secretos (FSB, ex KGB) se conservan fragmentos auténticos de la mandíbula de Hitler, mientras en los archivos estatales están los restos del cráneo.
De estos materiales recuperados el 5 de mayo de 1945, no existen otros restos del cuerpo de Hitler”, dijo a Interfax el general Vasili Khristoforov, uno de los jefes del FSB.
“Todo lo que quedaba del cuerpo de Hilter se quemó en 1970”, agregó.
Para Khristoforov, estos materiales “son únicos y constituyen las pruebas de la muerte de Hitler” razón por la cual se conservan en los archivos “como restos de gran importancia”.
En septiembre último, un documental difundido por History Channel señalaba que los mencionados restos pertenecían en rigor a una mujer.
Khristoforov subrayó, con referencia a esa teoría, que ningún especialista norteamericano estuvo en los archivos del FSB para efectuar nuevos análisis del ADN del cráneo de Hitler.
Los análisis realizados en la Universidad de Connecticut por los investigadores Nick Bellantoni y Linda Strosbach pusieron en duda la autenticidad de los restos conservados en los archivos rusos, sosteniendo que pertenecían a una mujer de unos 40 años y no a un hombre de 56, edad de Hitler en el momento de su muerte.
Adold Hitler se suicidó en su búnker de Berlín el 30 de abril de 1945 junto a su mujer, Eva Braun.
Los soviéticos lograron recuperar el 5 de mayo los restos de la mandíbula y del cráneo que fueron enviados a Moscú para los análisis de identificación, en tanto el resto del cuerpo carbonizado fue sepultado en un cuartel soviético en la zona de Magdeburgo.
En marzo de 1970 se decidió devolver el territorio a las autoridades alemanas de la entonces República Democrática y para evitar que el lugar se transformara en sitio de peregrinaje de los neonazis se tomó la decisión de eliminar lo que quedaba del cuerpo carbonizado.
Los restos fueron arrojados finalmente al río Biederitz.