Rudo despertar
Este es un Gobierno de soñadores, como ellos mismos se describen, y las cosas les han salido como soñaron. Correa, un desconocido, gana las elecciones; el petróleo sube como no había sucedido en una generación; el dólar cae y la dolarización juega a favor. Viene la crisis económica, se gastan las reservas, y cuando no queda nada, el petróleo repunta. Todo esto con un nivel de popularidad presidencial sin precedentes.
Sueñan con cambiar la matriz energética de térmica a hidroeléctrica; media docena de grandes centrales convertirán al Ecuador en exportador eléctrico.
El sueño incluía que bajo el presidente Correa no habría estiaje de régimen amazónico. El Gobierno no renovó contrato con las barcazas que ganan por estar disponibles, así como por generar, lo que normalmente es por pocas semanas. Dentro del gran gasto público no se asignaron fondos, se requería no más de USD 100 millones, para la recuperación de equipos térmicos dañados con capacidad de generación de 500 MW.
Poco antes que se inicie el período de estiaje terminó de construirse la última gran central en ejecución, Mazar contratada por Lucio Gutiérrez. Las autoridades consideraron que el caudal de Paute permitiría generar lo que necesita el país, y sobraría para llenar Mazar.
El estiaje fue un rudo despertar. El giro publicitario, ingenioso como siempre y quizá convincente, apela al patriotismo: los ecuatorianos liderados por nuestro Presidente derrotaremos a la naturaleza y a la herencia de los malos gobiernos.
Los presidentes anteriores, sin recursos, y sin capacidad política para acabar con un sistema de subsidio generalizado a las tarifas eléctricas, lo que hicieron fue construir las fuentes de energía necesarias para cubrir las crecientes necesidades: el país necesita un Mazar o San Francisco al año. Cuando no pudieron construir, al menos ampliaron la conexión con Colombia, y en última instancia la desconexión de Machala del SNI y su conexión a la red del Perú.
Este Gobierno no ha contratado ninguna central térmica ni gran central hidroeléctrica; ni siquiera los estudios. Habrá que cambiar la primera piedra de Coca-Codo Sinclair que se puso con Enarsa, ya fuera de un proyecto al que nunca aportó. Ahora la hará Sinohydro, si el Eximbank chino acepta financiarla. Pero este proyecto tomará unos 8 años.
El Gobierno debe despertar de su sueño y reconocer que no puede prescindir de la energía térmica. Ni del gas del Golfo: la ampliación de Machala Power fue excluida del plan de electrificación. Que el Gobierno mantenga vivo su sueño hidroeléctrico pero que mientras haga como los vilipendiados gobiernos antecesores que supieron prevenir los estiajes y evitarnos un racionamiento eléctrico tan rigoroso que parecemos Cuba.