Uno de los mitos más difundidos en este país es que las campañas de alfabetización sirven. La evidencia estadística señala que todas las campañas posteriores al censo de 1982 no sirvieron para nada.
La tasa de analfabetismo nacional cayó, entre los censos de 1974 y 2001 de 26 a 9%. Lo relevante en este punto sería saber si esa caída se debió a que cada vez más niños aprendieron a leer y escribir o a que las campañas de alfabetización funcionaron.
Para ver la efectividad de las famosas campañas, hay que analizar el analfabetismo en los adultos y ver si en el transcurso del tiempo cayó. Veamos un ejemplo concreto. El 22,5% de las personas nacidas entre 1942 y 1947 eran analfabetas en 1974. Ese dato cayó, para las personas nacidas en los mismo años, a 17.6% en el censo de 1982. Eso indicaría que las campañas realizadas en los últimos años de la dictadura, durante el gobierno de Roldós y en los primeros años de Hurtado fueron efectivas.
Pero lo interesante es que desde 1982, el analfabetismo en los adultos no volvió a caer. Para las personas del ejemplo, los nacidos entre 1942 y 1947, el analfabetismo en 1990 era 17,7% y en 2001, 17%. Eso indicaría que las campañas posteriores a 1982 no sirvieron, incluida la campaña del gobierno de Rodrigo Borja.
Un análisis más profundo de este tema se encuentra en un artículo publicado en noviembre de 2004 en Carta Económica de Cordes que concluye diciendo “Las campañas de alfabetización de adultos llevadas a cabo entre 1974 y 1982 tuvieron un impacto significativo y redujeron el analfabetismo de los nacidos antes de 1957 en casi 3%. Todas las campañas posteriores no tuvieron un impacto significativo”.
Lo triste es que las campañas que usan a estudiantes para alfabetizar están condenadas al fracaso. El problema es que en el Ecuador moderno la gran mayoría de los bachilleres están en las ciudades y la gran mayoría de los analfabetos están en las zonas rurales más alejadas de las grandes ciudades. Yo todavía recuerdo cómo amigos míos, 2 años menores que yo, tenían enormes dificultades para encontrar alguien a quien alfabetizar durante la campaña de 1989. De lo que han reportado los medios, algo muy similar pasó en la campaña organizada por el Gobierno actual.
Claro que esas famosas campañas son ideales para que los gobiernos se promocionen al ayudar a los menos educados y, supuestamente, crear “conciencia social” en los jóvenes. Recuerdo un comercial de televisión de fines de los años 80, donde un viejito le escribía a su hija diciendo: “Rosita querida: ya sé escribir”. Pues toda la evidencia estadística señala que luego de varios millones de sucres gastados en promocionar la campaña, ese señor seguía siendo tan analfabeto como antes.