Marco Arauz Ortega. Subdirector
Hace unos años, seguidores del presidente Gutiérrez quemaron ejemplares de EL COMERCIO en señal de condena. El sábado, la asambleísta Betty Carrillo, de Alianza País, rompió un ejemplar de otro diario, en una actitud muy a tono con las amenazas del presidente Correa en su cadena.
Esas muestras de irracionalidad desde el poder evocan los métodos goebbelianos contra los libros y otros impresos que se consideraban contra la ideología imperante. Si no vinieron bien cuando un grupo de poca formación académica estuvo en Carondelet, vienen peor cuando un grupo que reclama un alto estatus intelectual dirige el Ecuador.
La piedra de toque en estos días es la Ley de Comunicación, y el Gobierno se ha quedado corto en argumentos de fondo. Apelar a la ideología como razón de Estado es obviar un debate inevitable en una sociedad democrática.
Las razones del Secretario de Comunicación van en esa línea. Según él, los jueces no fallan contra los medios, pero se pueden citar decenas de casos en los últimos años. Afirma que los medios se unen voluntariamente a las sabatinas, cuando es público el uso de los canales y radios en manos del Estado (en este caso, del Gobierno) para este fin.
Y dice que la responsabilidad ulterior por las afirmaciones presidenciales puede ser ejercida por los medios privados…. ¿Por qué entonces no pensar en que la responsabilidad ulterior de los medios privados sea ejercida por los llamados medios públicos? Ante tal falta de argumentos, se entiende que, hoy como ayer, sea más fácil insultar o romper.