En Las Lagunas fue la ceremonia de Jorge Lozano, de la etnia de los saraguros, y de Mónica Chuji, del pueblo Sarayaku. Lineida Castillo/EL COMERCIO
Los amigos y familiares llegaron hasta el peñón sagrado de la comunidad de Las Lagunas, en el cantón lojano de Saraguro. Allí, presenciaron la ceremonia andina de matrimonio de Jorge Lozano y Mónica Chuji.
Él es saraguro y ella pertenece a la nacionalidad quichua de Sarayaku. Este ritual realizado en Las Lagunas a finales de enero pasado buscó rescatar esa tradición, dijo Ángel Cango, presidente del poblado.
Al inicio del ritual, el yachac (sacerdote), Benigno Zhingri recordó que “la ceremonia andina es más importante que la unión conyugal, porque es la bendición con las energías del agua, fuego, aire y tierra”.
Esos cuatro elementos de la naturaleza fueron símbolos en la ceremonia de purificación y florecimiento. Lozano y Chuji, vistiendo los atuendos de sus etnias, llegaron al sitio en caballos, junto con sus padres, hermanos y familiares.
El altar fue adornado con chacanas (cruz andina) de flores silvestres. También hubo pétalos de rosas, que formaron el camino por donde subieron los novios. La mesa sagrada tenía espadas, plantas medicinales, bastón de mando e incienso que perfumaba el ambiente.
Los presentes formaron un gran círculo y otros se quedaron en las lomas cercanas para presenciar el ritual. El yachac, quien lució un atuendo negro, invocó a la naturaleza.
Esta práctica ceremonial estaba casi perdida, dijo Polibio Guamán, dirigente de la comunidad de Ñamarín, en Saraguro. Según él, para sus ancestros la unión andina buscaba fortalecer el lazo espiritual con la naturaleza y lograr la bendición de la pareja.
Además, sirve para que el hogar florezca con buenos hijos y cosechas. En promedio, dos matrimonios andinos se realizan cada año en Saraguro, dice el dirigente Ángel Cango.
Según él, hay un acuerdo entre los dirigentes para hablar más con los jóvenes de este tema. También, lo hacen en las reuniones sociales y familiares.
Cuando hay esos rituales son invitados los jóvenes para que conozcan la tradición y “se comparta ese contacto de espiritualidad con la naturaleza”.
En esta celebración se involucra casi todo el pueblo. Las mujeres asisten al yachac para alcanzarle las bebidas, espadas, flores, sahumerios… que utiliza en la ceremonia.
En cambio, los adultos –con acordeón y otros instrumentos andinos- entonan melodías de reafirmación matrimonial con temas como Vamos a vivir en comunidad. Otros ayudan a repartir las bebidas andinas.
En la ceremonia de Jorge Lozano y Mónica Chuji, los anillos fueron reemplazados por una faja ancha, que colocó el yachac. El dirigente Ángel Cango selló esta unión con la rúbrica de los novios en el registro de archivos de la comunidad.
Él vistió un zamarro, un ancho cinturón y el bastón de mando que le entregó Jorge Lozano. Al finalizar el ritual, la pareja sin separarse de la faja que los unía, recorrió el lugar recibiendo una lluvia de pétalos y las felicitaciones de los familiares y amigos.
Luego la pareja regresó a caballo a la casa de los padres del novio donde se realizó la reunión para los invitados. Los esposos recibieron las felicitaciones de cada uno de los familiares arrodillados, en la entrada de la vivienda.
Tomás Chuji, padre de Mónica, fue el primero en dar la bendición. “Tu felicidad es la mía”. En dos mesas con abundantes flores, formando una cruz, y por separados, se sentaron los hombres y mujeres. Se lanzaron las flores.
Esta última tradición es parte de la cultura Saraguro y sirve para contagiar la alegría y los augurios de prosperidad para todos, señaló Miguel Lozano, quien es el padre del novio.
En cambio, la familia de Chuji, quien fue secretaria de Comunicación del Gobierno en el 2007, ofreció gastronomía de la Amazonía con platos como el ayampaco y la chicha.