Puede sonar un tanto contradictorio, pero lo cierto es que en Quito (una ciudad de habla hispana) funciona desde 1995 una de las tiendas más completas y variadas de libros usados en inglés.
Con una colección de aproximadamente 15 000 textos, la tienda Confederate Books forma parte de innumerables listas y guías de sitios recomendados para los turistas de todo el mundo, listas que han sido elaboradas por empresas e instituciones especializadas en viajes. Por ejemplo, la renombrada editorial de libros de viajes Lonely Planet, que posee también una versión televisiva, catalogó a esta tienda como la “selección más grande de libros de segunda mano en inglés y en otros idiomas que existe en Ecuador“. Además, la tienda ocupa el noveno lugar en la lista recomendada por el National Geographic Traveler, donde constan varias tiendas estadounidenses de libros usados.
“Cada año recolecto un listado con los títulos que mis clientes piden y viajo a los EE.UU. para buscarlos en diferentes tiendas de libros usados”, comenta el dueño actual de la tienda, Bill Grochowski, un coleccionista de libros antiguos con una Maestría en Historia Europea. Cuando Bill llegó a Ecuador hace siete años, Quito no era para él otra cosa que un destino vacacional. Bill trabajaba como profesor en los EE.UU. y tenía planeado pasar solamente unas dos o tres semanas en el país para visitar a un amigo. Sin embargo, todos sus planes cambiaron radicalmente cuando conoció a su actual esposa, Mónica, durante un partido de fútbol en el estadio Atahualpa.
“Nuestra primera conversación fue a través de un diccionario y de un amigo”, recuerda con alegría Mónica, oficial de inversiones de un banco. “Fue amor a primera vista. Yo trataba de recordar el inglés que había aprendido en un instituto y él decía las pocas palabras que sabía en español.
Pero no importaba; hablábamos el lenguaje del amor”, explica Mónica con una sonrisa.
Bill tuvo que regresar a los EE.UU. al final de sus vacaciones pero ambos se mantuvieron en contacto a través del correo electrónico y del teléfono, con una especie de spanglish improvisado. A los seis meses, Bill regresó y, al año de conocerla, se mudó permanentemente. “Sé que muchas mujeres latinas viven con sus familias hasta encontrar marido. Pero Mónica no; ella trabajaba y se mantenía sola. Me impresionaron su inteligencia e independencia”, dice Bill. Él, por su parte, logró cautivar a Mónica a través de sus ojos, su responsabilidad y su inteligencia. “Él conoce de todo y es muy agradable hablar con él de cualquier cosa”, comenta Mónica. La boda se realizó en Las Vegas (aunque sin Elvis como testigo) y los dos iniciaron su vida de casados en el Ecuador. Por cosas del destino, mientras Bill se radicaba permanentemente en el país, el fundador y primer dueño de la tienda Confederate Books, Tommy Savage, decidía regresar a los EE.UU. tras vivir 15 años en este país.
Bill, un coleccionista ávido de textos que había crecido siempre entre libros (sus papás eran aficionados a la lectura) visitó la tienda en su primer viaje tras leer la reseña del Lonely Planet. Él y Tommy se volvieron amigos y no les tomó mucho tiempo para llegar a un acuerdo.
Bill maneja la tienda desde 2005 y trae un cargamento de 4 ó 5 000 libros usados al año. Para un coleccionista como él a veces resulta difícil dejarlos pero es necesario. Además, “si logré encontrar un libro una vez, puedo volver a hacerlo”, comenta Bill, que solo conserva 4 o 5 libros.
El precio de los textos depende de la popularidad del autor así como del número de ediciones y de la condición en que esté el texto. “Un libro no es caro solo por ser viejo. Todo depende de muchos factores”, explica Bill. Por esta razón, se pueden encontrar libros muy interesantes a precios razonables.
“Diría que el 75% de mis clientes son turistas. El resto son extranjeros radicados en el país y también ecuatorianos”, dice Bill. Muchos padres de familia visitan la tienda en busca de libros en inglés que ayuden a sus hijos a practicar el idioma. Muchos piden títulos de autores renombrados, como Édgar Allan Poe, pero que resultan muy complicados de leer incluso para quienes hablan el inglés como lengua materna. “Yo recomiendo a los papás y a los profesores que dejen a los niños y a los jóvenes leer lo que ellos quieran. Si no están interesados en el libro no lo leerán, pues sería una obligación; sería ‘trabajo’ y no un gusto”, opina Bill, quien comprende la importancia de la lectura. Rodeado por unos 15 000 libros, no necesita de un computador para recordar todos los títulos que posee. Él simplemente lo sabe. “Esa es otra cosa que brinda la lectura: buena memoria”. (G.L.S.)