Los Reyes Magos llegan ante el Papa

El papa Francisco durante la misa de Solemnidad de la Epifanía del Señor en la basílica de San Pedro del Vaticano el miércoles 6 de enero de 2016. Foto: EFE

El papa Francisco durante la misa de Solemnidad de la Epifanía del Señor en la basílica de San Pedro del Vaticano el miércoles 6 de enero de 2016. Foto: EFE

El papa Francisco durante la misa de Solemnidad de la Epifanía del Señor en la basílica de San Pedro del Vaticano el miércoles 6 de enero de 2016. Foto: EFE

Los Reyes Magos desfilaron el miércoles 6 de enero del 2016 por la vía de la Conciliación, que une Roma con el Vaticano, para asistir a las palabras del Papa en el Ángelus, en el que encomió su figura que -aseguró- anima a no conformarse con la mediocridad.

La capital italiana fue testigo del paso de Sus Majestades a pesar de que el país está más habituado a la visita de la Befana, una bruja de aspecto repelente que obsequia a los niños con dulces o carbón, dependiendo de su comportamiento a lo largo del año.

Melchor, Gaspar y Baltasar recorrieron sobre sus camellos la vía de la Conciliación, que desemboca en la plaza de San Pedro, y lo hicieron acompañados por un multitudinario y variopinto séquito, que pudo lucirse gracias a la tregua que finalmente dio la lluvia.

Y es que el desfile se caracterizó por su gran heterogeneidad al reunir a personas disfrazadas de época o ataviadas con pintorescos trajes regionales, algún que otro centurión, un desfile de coches antiguos o un desfile de banderas y caballos, entre otras cosas.

En total, según los organizadores, participaron alrededor de 1.300 figurantes seguidos por varias charangas y que desfilaron en medio de una escenografía inspirada en el Jubileo Extraordinario de la misericordia.

Esta cabalgata se celebra desde el 1985 y, como manda la tradición, este año estuvo protagonizada por los vecinos de cuatro municipios: Tocó a los de Maenza, Roccagorca, Sermoneta y Sonnino, todas ellas en la cercana provincia de Latina.

Tocó a su fin en la plaza vaticana, desde donde los Reyes y su séquito asistieron a las palabras del Pontífice que, desde la ventana del Palacio Apostólico y antes del Ángelus, les saludó.
"La experiencia de los Magos nos exhorta a no conformarnos con la mediocridad, a no vivir tirando del mejor modo, sino a buscar el sentido de las cosas, a escrutar con pasión el gran misterio de la vida", señaló Bergoglio ante cientos de fieles.

El Papa explicó que su figura "nos enseña a no escandalizarnos ante lo minúsculo y lo pobre" sino a "reconocer la majestad en la humildad" y "a saber arrodillarnos ante ella".

"La Iglesia siempre ha visto en ellos la imagen de la humanidad entera y con la celebración de la Epifanía quiere casi guiar respetuosamente a cada hombre y a cada mujer de este mundo hacia el Niño, que nació para salvar a todos", explicó.

El Pontífice refirió que el nacimiento de Cristo atrajo a los pastores, "hombres humildes y despreciados" que acudieron en primer lugar al pesebre, y a los propios reyes, todos ellos unidos por "un aspecto común: el cielo".

"Los pastores y los Magos nos enseñan que para hallar a Jesús es necesario levantar la mirada hacia el cielo, no estar encerrados en nosotros mismos sino tener el corazón y la mente abiertos al horizonte de Dios", consideró.

También durante la Solemne Misa por la Epifanía del Señor, en el interior de la basílica de San Pedro, el Papa abordó a los tres Magos que, en su opinión, representan a "los hombres de cualquier parte del mundo que son acogidos en la casa de Dios".
Como viene siendo habitual en los últimos tiempos, marcados por la alerta terrorista en el continente, el desfile estuvo envuelto en severas medidas de seguridad y nuevamente se establecieron controles para acceder al área.

Por esa razón, la Jefatura de Policía de la capital romana ha recomendado a todos aquellos que hayan decidido participar presentarse con tiempo a los controles y reducir al mínimo las pertenencias que lleven consigo para reducir la inspección.

Roma vivió así una jornada festiva pero que, sin embargo, apareció nuevamente deslucida debido a la visible reducción de los puestos en el que fuera punto neurálgico de esta celebración: la plaza Navona.

El ayuntamiento canceló la licitación de los negocios, que distribuían tradicionalmente dulces de todo tipo y figuras de "Belenes", ya que en esta ocasión muchos de ellos habían acabado en las manos de una familia acusada de monopolizar el negocio ambulante.

El resultado

Una plaza Navona con pocas tiendas y con un tiovivo que gira sin cesar en su centro pero, al mismo tiempo, carente de la frenética actividad que se registraba antaño.

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