Revolución interior
Luis David Chiliquinga Castillo
Después de tres años y una semana de revolución ciudadana, el país se encuentra en un momento crucial donde la desconfianza de la población crece a cada noticia sensacionalista, a cada escándalo, tapar el sol con un dedo imposible.
El cambio anhelado y toda la fuerza de este proceso se ha ido transformando en inconformidad generalizada, perdón, en inconformidad focalizada.
Al recorrer el país saltan a la vista las grandes obras de infraestructura, carreteras, puentes, escuelas, hospitales construidos o en construcción que el Estado está llevando a cabo.
Todo esto contrasta con el descontento de las clases alta y media, la inconformidad de los eternos sindicalistas de Petroecuador (Fernando Villavicencio) al ver cómo sus privilegios se les escapa entre la cornisa, al ver cómo sus lujosos centros de esparcimiento otrora exclusivos de su “clase sindical” son ocupados por niños con caritas sucias y rodillas lastimadas de las escuelas públicas del país.
Es un simple ejemplo de que la revolución está en el interior; como dijo Obama hace un año, un Gobierno se debe a Main Street (gente común) y no a Wallstreet (grandes capitales).
El progreso de estos tres años de Gobierno no lo veremos reflejado en los balances financieros de las grandes empresas sino en los balances sociales de la gente más desprotegida.
Al buscar una perla no la encontramos en la superficie sino en lo más profundo del mar. Para este proceso no encontraremos resultados en las grandes ciudades sino en los caseríos más recónditos del país…
Este proceso no es perfecto, pero eso lo dejo para mi próxima intervención.