Han pasado 40 días desde que en Ecuador dejó de ser obligatorio el uso de la mascarilla en espacios abiertos y cerrados. Con una tendencia a la baja de contagios de covid-19, hospitalizaciones, positividad y muertes, las autoridades anunciaron la medida el pasado 28 de abril.
Una semana después, el 5 de mayo, según el Ministerio de Salud Pública (MSP), los datos epidemiológicos se mantenían positivos. En la semana 17 se reportaron 1 004 infecciones frente a las 1 120 de la semana previa. La tasa de positividad también se ubicaba por debajo del 5%.
Sin embargo, desde la semana 19 hay un incremento de infecciones con 1 077, 143 más que el periodo anterior. En cambio, no se reportó una variación en indicadores como ocupación hospitalaria y muertes por el virus.
Positividad pasó del 6% al 15,1%
Este aumento se evidencia en las casas de salud. En el Hospital IESS Quito Sur, por ejemplo, en la primera semana de mayo la positividad en pruebas de antígeno fue del 6% y en la última del mismo mes se ubicó en 15,1%. Así lo señala la epidemióloga del centro hospitalario Asiri Pérez.
Al lugar llegan entre 100 y 150 pacientes con síntomas respiratorios, sin embargo, no todos los casos son covid, aclara Pérez, quien recuerda que también circulan otros virus respiratorios, como la influenza.
La especialista señala que la pandemia no ha terminado y la baja de casos que vivió el país tras el pico de Ómicron no significa que esta haya acabado.
Un escenario esperado
Para el docente e investigador de la Universidad San Francisco de Quito, Enrique Terán, el aumento de casos era una situación que se avizoraba con el retiro de la mascarilla debido a que se incrementa nuevamente el riesgo de transmisibilidad. “Es una medida de protección menos”, dice.
Además, señala Terán, es preocupante que las dosis de refuerzo no tengan suficiente aceptación por parte de la población. Según los datos del Vacunómetro, con corte al 2 de junio, el 37,47% de personas tiene la tercera vacuna, cifra “sumamente baja”, menciona.
Esto se suma a que en el país se mantiene el problema con las pruebas de detección de la enfermedad y cada vez se hacen menos testeos.
“Sabemos que durante las últimas cuatro semanas ha ido progresivamente incrementándose el número de casos y nos damos cuenta que se han triplicado prácticamente desde el retiro de la mascarilla”, sostiene Terán.
La positividad viral también ha aumentado y en la actualidad se ubica en alrededor del 15%, mientras que cuando se retiró el cubrebocas las autoridades hablaban de menos del 5%.
Para el docente todos estos indicadores son causa de preocupación debido a que se podría disparar el número de contagios.
Y si bien las autoridades sanitarias aseguran que no hay un incremento en hospitalizaciones ni muertes, para Terán se trata del indicador menos fiable ya que el objetivo de las vacunas es prevenir justamente la hospitalización y muerte y lo que se debe analizar es la transmisibilidad.
En la actual situación, el investigador indica que no se puede hablar de un rebrote porque si bien el número de casos aumenta de manera importante, todavía no es significativo, sin embargo, sí es una alerta para no llegar a los picos de inicios de año.
Por ello, el especialista considera que las autoridades deben alertar a la ciudadanía, sin crear pánico, y hacer un llamado a la conciencia.
Además, es clave seguir con las medidas de cuidado como la mascarilla, especialmente en sitios donde no existe buena ventilación o aglomeración de personas, y completar el esquema de vacunación con los refuerzos.