Quito fue escenario de una reunión de ministros de Defensa y Relaciones Exteriores de los países que forman la Unión de Naciones Suramericanas, que aún no termina de consolidarse.
El evento se desarrolló luego de la cumbre presidencial de Bariloche, donde se abordaron temas vinculados con la búsqueda de confianza, seguridad, paz y en esa línea se pretende avanzar. Sin embargo, persisten preocupaciones porque en la región se ha hecho gala de grandes inversiones en la compra de armas, cuando los problemas económicos y sociales no han sido resueltos y la pobreza sigue latente.
La principal preocupación es el ambiente belicista que se vive y el proceso intervencionista a pretexto de exportar modelos y posiciones político ideológicas, que debe ser condenado provenga de donde provenga. No se puede imponer ideas por la fuerza y con la amenaza de las armas. Se impone el respeto a las libertades individuales, a la libre determinación de los pueblos y la consecución de una democracia abierta y pluralista.
Se habla de paz pero en la región se arman, con ingentes inversiones, que constituyen una ofensa a los sectores sociales. No es posible que se pretenda invertir en este campo por sobre el crecimiento económico de una sociedad, que reclama empleo, seguridad social, ciudadana, alimentaria, etc.
Se torna imprescindible exigir transparencia sobre los acuerdos y el uso de bases militares con tropas extranjeras, las alianzas para la adquisición de armas e incluso de colaboración en campos peligrosos de energía y transferencia de tecnología nuclear, que violentan resoluciones de Naciones Unidas y amenazan la paz. No se puede jugar con fuego a espaldas de los pueblos.