Roxana Cazco. Madrid
‘Tuve una vida loca con los Ñetas, de lo cual me arrepiento”. Así dice el guayaquileño Gabriel Peláez. En la cárcel madrileña de Alcalá Meco, él cumple condena por matar a ‘El Maestro’, líder de la pandilla Latin King (LK). Llegó con 16 años a España, ahora tiene 23 años. Fue miembro de Los Ñetas casi desde el primer día.
En su ciudad natal ya perteneció a los Gamines de Hierro. “Allá no hice ninguna maldad. Aquí cometí muchos errores”, confiesa. También es uno de esos reagrupados sin presencia paterna –su padre vive en Ecuador- y con una madre entregada al trabajo. “Al llegar me sentí muy solo, no tenía amigos y me uní a Los Ñetas”, cuenta.
Pese a todo, dice que nunca se sintió abandonado por su madre ni falto de cariño. “Me gustaba la calle y soy el único culpable de lo que me pasa”. Tiene un hijo de un año al que su novia no le deja ver. “¿Usted cree que le pueda quitar mi apellido e irse”, pregunta con remordimiento.
Luis Cox Almeida, ‘El Fénix’, tiene 23 años y una pena de 45 por dos asesinatos y pertenencia a banda armada. Aunque defiende su inocencia, dice que la culpa de todo la tiene solo él. “Mis padres me dieron una buena educación, me cuidaban, me ponían hora de entrada. Ellos no son responsables”, insiste.
Su entrada a los LK se produjo como todos. En busca de compañía, los líderes se le metieron en el bolsillo. Cox ha sacado el título de manipulador de alimentos y electricista, quiere “empezar de nuevo” cuando salga. Espera estar bien con su familia.