Redacción Política
Cuando Fander Falconí ingresó al vestíbulo del Hotel Quito, un aplauso sonoro le arrancó un discreta sonrisa. Cruzó la puerta de cristal de la entrada a ese hotel, escogido por el ex Canciller para su rueda de prensa de despedida, cuando los camarógrafos y periodistas cercaron su paso.
Los aplausos continuaban. Minutos antes de las 10:00, llegaron varios militantes de Alianza País, algunos de ellos ex funcionarios del Régimen, para mostrar su solidaridad con Falconí. El ex Ministro no los pudo saludar por el ajetreo que formó la prensa para captar sus primeras palabras.
El concejal Norman Wray, la ex secretaria de Pueblos, Manuela Gallegos, las ex ministras Ana Albán y Carolina Portaluppi, el asesor de la Constituyente Decio Machado… junto con otros colaboradores de la Cancillería no dejaban de aplaudir. Luego lo escoltaron hacia el salón donde Falconí explicó las razones de su salida.
Bajo el mismo esquema del comunicado que circuló el martes, cuando se hizo pública su renuncia, comenzó a hablar de las tareas que impulsó durante su gestión como Canciller, iniciada el 15 de diciembre de 2008.
Minutos más tarde, apareció el ex constituyente Alberto Acosta. Con él llegaron Hugo Jácome y Adrián Bonilla, compañeros académicos de Falconí en la Flacso.
La presencia de todas estas personas no tuvo como único objetivo abrazar a un compañero que dimite a un cargo tan alto. La preocupación de fondo es que el Régimen abandone por su cuenta la Iniciativa Yasuní-ITT. Esta pretende dejar bajo tierra 850 millones de barriles de petróleo a cambio de la cooperación financiera internacional.
Si eso llegara a suceder, el Régimen dejaría de lado una de las proclamas más importantes que Alianza País se trazó, hace más de tres años, cuando se propuso conquistar el poder.
Para Norman Wray esa es la preocupación de fondo. “No se trata de enfocarnos en personas sino en comprender que esta Iniciativa busca cambiar la matriz energética del Ecuador y con ello un nuevo modelo de desarrollo. Este quedó plasmado en el Plan de Gobierno de Alianza País, y en la inspiración ambientalista de la Constitución de Montecristi.
Sobre estas reflexiones giró, precisamente, el pronunciamiento del ex Canciller cuando habló de su renuncia. “Voy a mantener la amistad con el presidente Rafael Correa, no me voy a ir a la oposición ni tampoco dejaré Alianza País”. A su juicio, el proyecto político por el que dice haber luchado en los últimos 25 años no empieza ni termina con el Presidente de la República.
Las divergencias, insistió, no fueron personales. El conflicto tuvo más bien matices conceptuales. Falconí explicó que la fiducia que iba a administrar Naciones Unidas, para organizar los fondos externos del ITT, aún está abierta a la negociación.
Por tanto, dijo que el Gobierno se mantuvo en su tesis de pagar al organismo internacional un costo de administración anual que reemplace al cobro de un porcentaje que, por el manejo fiduciario, se acostumbra gestionar. Asimismo, insistió en que no hubo intervención de ningún gobierno extranjero en las negociaciones, como lo ha reprochado insistentemente el Primer Mandatario.
En resumidas cuentas, el ex Canciller se ratificó en la idea de que Correa estuvo mal informado el sábado pasado, durante su enlace radial 154, en Vinces.
En ese espacio, el Primer Mandatario dijo que la negociación del proyecto fue “vergonzosa”. Acto seguido, señaló que si en seis meses no se obtenían resultados en las negociaciones, comenzará la explotación petrolera en la reserva ecológica del Yasuní.
Para Falconí, resulta “inaceptable” priorizar los plazos y no un proyecto que significa una verdadera política pública.
Wray no sabe a ciencia cierta el futuro que le depara a una Iniciativa que, a su juicio, le pertenece a todos los ciudadanos.
El Gobierno tampoco ha dado señales claras de reimpulsar el proyecto tras la renuncia de sus principales alfiles: Falconí, Roque Sevilla, Yolanda Kakabadse y el ex canciller Francisco Carrión.
Al parecer, Correa pudiera encargar la Iniciativa al Ministerio del Ambiente o al Coordinador del Patrimonio. Así le habría confesado a Falconí en la última conversación telefónica que tuvieron el martes. Esa llamada, en un inicio explicó el ex Canciller, debía ser para ultimar los detalles de la reunión que el Presidente solicitó tener con él y Sevilla para aclarar las versiones erróneas que le proporcionaron el sábado.
El encuentro no se dio y el presidente Correa cambió de parecer. Como sus duras expresiones formuladas en Vinces no fueron aclaradas, Falconí insistió que estas afectaron la dignidad de los negociadores de la propuesta.
El ahora ex Ministro habló más de una hora. Cuando se levantó, sus compañeros buscaron por fin saludarlo. Uno de ellos fue Acosta, quien sorteó los micrófonos de la prensa diciendo que ese no era su momento, sino “el de Fander”. Ambos coincidieron en un afectuoso abrazo. Acosta y Falconí, son dos ideólogos de A. País, que quedan fuera del Gobierno.