Madrid, DPA
Las remesas que los inmigrantes ecuatorianos envían a su país de origen contribuyen a equilibrar la balanza de pagos, pero no a reducir la pobreza ni los niveles de desigualdad en el país latinoamericano, según un estudio presentado hoy en Madrid por el Real Instituto Elcano.
“Las remesas no tienen por qué tener un impacto sistemático y positivo en el desarrollo”, destacó Iliana Olivé, una de las autoras del estudio “Remesas, pobreza y desigualdad: el caso de Ecuador”.
Éste, realizado por investigadores españoles y ecuatorianos, se basa en una encuesta hecha en 2007 por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales y el Real Instituto Elcano.
Según las estimaciones, tres millones de ecuatorianos viven actualmente fuera de su país, y de ellos medio millón reside legalmente en España, donde son la mayor población inmigrante procedente de América Latina.
España es el primer país de origen de las remesas que entran en Ecuador, con un 44 por ciento de las mismas.
“Los receptores de las remesas no son pobres (según el umbral de pobreza del país) y el número de receptores es reducido, lo que significa que hay una alta remesa per cápita”, explicó Olivié.
El estudio ha puesto en evidencia una concentración de remesas en los hogares con mayor renta. Y es que los inmigrantes ecuatorianos son en su mayoría originarios de las tres zonas más ricas del país (Azuay, Guayas y Pichincha).
Y los receptores del dinero que envían trabajan mientras reciben las remesas. “Aunque esto no significa que a los pobres no les estén llegando remesas, sino que la mayor parte va a las zonas más ricas, lo que nos indica que habrá un impacto negativo en la equidad”, señaló la investigadora.
Los inmigrantes ecuatorianos suelen desempeñar en sus países de destino trabajos similares a los que ejercían antes de salir de Ecuador.