Arón Olvera, de 19 años (Guayaquil), vende filetes de pescado en Santiago. Foto: Cortesía
Chile se convirtió en un emisor importante de remesas hacia Ecuador, debido a la llegada de más ecuatorianos a ese país.
Hay profesionales en medicina, como odontólogos y farmacéuticos; ingenieros y artesanos de Otavalo y Guayaquil.
En los últimos cuatro años, la colonia ecuatoriana aumentó su presencia, lo que incidió en el envío de más remesas. Así Chile es la quinta fuente de remesas detrás de los tradicionales Estados Unidos, España, Italia y México.
Paola Franco y Abigail Olvera son dos guayaquileñas que viven en Santiago.
Franco habita desde hace cuatro años en la Región Metropolitana. Ella trabaja en la Feria Santa Blanca, en Talagante. Recuerda que el primero en migrar desde Durán fue su esposo hace cinco años y luego viajó ella con dos hijas. La tercera nació en Chile.
Ella indica que su calidad de vida mejoró y gana cerca de USD 500 en esa feria, en la que trabaja los miércoles y sábados con la venta de perfumes.
Olvera, de 26 años, llegó hace tres y trabaja junto a su madre Marcia Pita, de 52 años, en la Feria Santa Blanca. Ellas envían un promedio de USD 280 cada dos o tres meses al país.
El envío de dinero se refleja en las cifras del Banco Central del Ecuador, que detalla que llegaron USD 26,85 millones en el primer semestre del año.
Eso representa un 50% más frente al similar período del año pasado, cuando se registraron USD 17,87 millones.
Ese crecimiento de remesas se viene consolidando desde el 2014 y ha desplazado en el ranking a otros países como Reino Unido, Francia o Canadá.
¿Qué ha influido en el crecimiento? Datos del Ministerio del Interior chileno indican que en el año pasado había una población ecuatoriana de 35 678 ciudadanos en ese país, por encima de los 19 133 que se registraban en el 2014.
El Departamento de Extranjería y Migración chilena reporta que de enero a agosto de este año se entregaron 4 226 visas temporales y 1 558 permanentes a ecuatorianos.
Para Mario Conejo, excónsul de Ecuador en Santiago, muchos profesionales han optado por este país, debido a que hay fuentes de empleo; también tienen buena acogida por la fama de ser buenos trabajadores y ser personas amistosas.
Una ecuatoriana residente es Diana Pérez. Nació en Ibarra hace 36 años, es ingeniera en administración de empresas y es propietaria de un centro de estética. Está casada con un ciudadano chileno y tiene un hijo de 20 años. Confiesa que a pesar de vivir 12 años en Santiago de Chile mantiene fuertes vínculos con Ecuador.
En Ibarra viven sus padres Jacinto y Romelia. La compatriota realiza envíos mensuales de USD 300 a sus progenitores.
Según Conejo, hay otro segmento de migrantes conformado por los comerciantes kichwas de Otavalo.
Calcula que hay 2 000 indígenas que viven del comercio de artesanías ecuatorianas y de artículos chinos de temporada, como pañoletas para el verano. Otros viven de interpretar música andina en las calles del país austral.
Lenín García, presidente de la Comunidad Ecuatoriana Unida en Chile, detalla que el 40% vive en Santiago y el restante en otras ciudades. Además, el 40% de los ecuatorianos llegó de la Sierra y en su mayoría son otavaleños. Y el 60% proviene del Litoral, Amazonía y la región insular.
Los hermanos Lourdes del Rocío y Patricio Núñez viven en la comuna Puente Alto, en Santiago, desde el 2006. Los jóvenes, oriundos de la parroquia Pinllo (Ambato), migraron allá por la falta de empleo y la mala situación económica del país. Su padre Fausto recuerda que su hija entregó carpetas en hospitales y clínicas privadas de Tungurahua y Cotopaxi para tener un empleo, pero no tuvo éxito.
Similar suerte corrió Patricio con su título de ingeniero en sistemas. “Tuvieron la oportunidad de trabajar y se fueron a un país lejano”.
Dos familiares de Beatriz Pardo, de Riobamba, viajaron a Chile hace tres años por recomendación de un amigo. “Ellas están bien, consiguieron trabajo al poco tiempo y están estables”, cuenta Pardo, mientras muestra una fotografía donde se observa a su hermana y a su prima en Santiago.
Solo un mes después de llegar a ese país, empezaron a enviar dinero. Cada mes aportan entre USD 250 y 300 para la manutención de su mamá. Trabajan como ejecutivas en una empresa contable y en una oficina de asesoría legal.
De acuerdo con información de una de las principales remesadoras del país en Guayaquil, el promedio de giros recibidos es de USD 240. Y entre el 2016 y 2017 el crecimiento en los montos recibidos fue del 11%. “Se espera que en el 2018 aumente de 8% al 10%”.
Arón Olvera, de 19 años, es un guayaquileño que tiene siete años en Chile. Ahí terminó sus estudios y actualmente sigue un curso de mecánica. Él trabaja en Santiago de Chile en un camión que vende filetes de pescado junto a su tía ecuatoriana y su esposo chileno. Por ahora no piensa en volver a Ecuador, pues la falta de empleo y oportunidades “le asustan”.