Foto referencial: Sueño de los niños. Foto: Pixabay
Danilo Rodríguez, PhD y especialista en cronobiología, habló con EL COMERCIO sobre los cambios de rutina, que hacen que el reloj biológico no funcione de modo sincronizado, debido al confinamiento, provocado por el covid-19.
¿Qué ha pasado con el llamado ‘reloj biológico’ en esta cuarentena?
El confinamiento provoca cambios en la vida de las personas, como ausencia de rutinas habituales sociales, profesionales, de entretenimiento, de cuidado de los niños, de la vida familiar, etc. En este contexto, nuestros relojes internos tienen mucha dificultad para conservar ritmos regulares, lo que genera síntomas de un desequilibrio físico y mental: problemas de sueño y alimentarios, cambios de humor, ansiedad, depresión, entre otros.Esta nueva rutina de vida ha cambiado drásticamente los sincronizadores que permiten que nuestro ‘reloj biológico’ funcione de manera normal.
¿Para qué sirve el ‘reloj biológico’?
El reloj biológico es esencial para regular la actividad del organismo en su conjunto. La actividad rítmica de nuestro organismo es de origen endógeno. Sin embargo, el medio ambiente a través de su ritmicidad natural (alternancia luz/oscuridad, temperatura, etc.) o impuesta por los factores socio-económicos (horarios de trabajo, horarios escolares, tiempo de transporte…) ejercen una influencia sobre los ritmos manteniéndolos o alterándolos. Esta actividad rítmica de las funciones fisiológicas está bajo la supervisión de ‘relojes biológicos’ situados en la base del cerebro. Al perder la rutina de nuestras actividades diarias por el confinamiento se desincronizan, produciendo lo que se llama la cronodisrupción.
¿Qué tan grave es que los niños pierdan los ritmos de sueño?
El sueño en el desarrollo del niño es vital. La alternancia periódica de los estados de vigilia y de sueño obedecen a una programación interna establecida por el cerebro. En los niños el reloj interno necesita tener un tiempo de sueño que varía en función de la edad; por ejemplo, los niños de 6 a 8 años necesitan dormir 11 horas; y aquellos de 9 a 12 años, 10 horas. Con estos cambios en la vida social el ritmo de sueño se muestra alterado por cuanto ahora se acuestan mucho más tarde y duermen menos, lo que trae consecuencias en la salud física y mental: los niños se muestran cansados durante el día, tienen problemas alimentarios y presentan síntomas de depresión, ansiedad y se vuelven hiperactivos. El confinamiento en el niño escolar tiene repercusiones alarmantes. El cierre prolongado de las escuelas asociado al aislamiento domiciliario tiene repercusiones negativas en su salud física y psicológica. Es imperativo que los padres de familia preserven al máximo el ritmo de sueño de los niños en el hogar mediante una rutina a fin de que se acuesten y se levanten siempre a la misma hora y cumpliendo la cantidad de horas de sueño necesarias. El organismo de los niños no tolera la privación de horas de descanso y sueño de mala calidad.
¿Cuánto inciden en la alteración de los ritmos de sueño, el uso de pantallas?
El acceso de los niños a Internet y el uso de tabletas, celulares o computadores debe ser estrictamente controlado y evitarlas en las noches, por lo menos una hora antes de dormir. Las pantallas son enemigas del sueño: efectivamente está demostrado que la luz de las pantallas emite ondas azules que inhiben la secreción de la melatonina (hormona del sueño secretada por la glándula pineal) y alteran el sueño retardando el reloj biológico. Esta situación trae consecuencias nefastas en los aprendizajes escolares, en los procesos de atención, de memorización y también es responsable de conductas de hiperactividad, de depresión y de ansiedad.
¿Qué tan positivo es hacer actividad física en la noche, para que los niños se cansen?
La actividad física regular es beneficiosa para los niños y adultos cuando se la practica en la mañana o a media tarde. Si embargo, se debe evitar cualquier tipo de ejercicio físico en horas de la noche por cuanto aumenta la activación fisiológica del organismo y del cerebro, produciendo una perturbación del sueño. Para conciliarlo se deben privilegiar actividades relajantes como la meditación, el yoga, la música suave, los masajes relajantes, la lectura, etc.
¿Qué otras sugerencias les hace a los padres?
Deben mantener horarios estables para acostarse y levantarse, y respetar la cantidad de horas de sueño nocturno que necesita el organismo. Es mejor evitar, en lo posible, la siesta en la tarde o que no dure más de 20 minutos porque crea problemas para dormirse y disminuye el tiempo de sueño en la noche. Traten de exponerse a la luz solar en la mañana durante al menos 20 minutos, por cuanto nuestro reloj biológico se sincroniza de modo natural así. Respetar el ritmo nutricional, con horarios de comida fijos y evitando ingerir alimentos fuera de hora. Cumplir las actividades cotidianas de manera regular (reuniones con la familia, conversaciones telefónicas, clases virtuales, actividad física, lectura, descanso, etc.). No permitir que lleven el celular o la portátil a la cama.