Un galeón español se convirtió en una hostería en Santa Elena. Foto: EL COMERCIO
Jesús María de la Limpia y Pura Concepción de Nuestra Señora La Capitana del Sur es el singular nombre de un galeón español, cuyos fabricantes nunca se imaginaron que terminaría encallado frente a las costas americanas.
Parte de esta centenaria estructura, que data del año 1640, reposa hoy en la galería náutica que conserva con orgullo Yolanda de Dillon, en la playa de Ballenita, en la costera provincia de Santa Elena.
Allí, también funciona la hostería Farallón Dillon que además se oferta como uno de los destinos de la conocida Ruta del Sol o Ruta del Spondylus, que recorre algunos parajes de la Costa ecuatoriana.
“Él fue el capitán por varios años, ahora soy yo la capitana”, bromea Yolanda mientras camina por la sala de estar del sitio de hospedaje que también atrae por su vista al mar. Del lugar donde se levantó su arquitectura tomó el nombre (farallón) y de su cercanía directa -a manera de balcón- con el océano, la decoración.
En estas instalaciones se conserva no solo el esqueleto de La Capitana sino varios artículos que el esposo de Yolanda, el ex capitán Alberto Dillon, recolectara durante sus travesías. “Él navegó más de 30 años en la Marina Mercante y ya se jubiló hace más de 20″, cuenta la mujer oriunda de la andina provincia de Chimborazo.
Parte de esta exhibición muestra banderas de varios países del mundo, brújulas de tecnologías pasadas, partes originales de embarcaciones antiguas, redes de pesca, esculturas con rostros de piratas y sirenas, y otras piezas originales como la cabeza de un faro guía de más de 200 años para navegación.
Piratas, sirenas, redes, brújulas y objetos de barcos son parte de la decoración de La Capitana. Foto: EL COMERCIO
Pero lo más valioso es la estructura y partes del barco La Capitana –encontrado en 1997- y algunas de sus vasijas en las que se transportaba la comida, el aceite y el licor para los marineros. “En ese entonces era un astillero muy importante y navegó solo 10 años”. También se guardan las que se presumen eran monedas de plata y oro que también viajaban a bordo de este galeón.
En la galería se entremezcla la brisa del mar con el olor que emanan los textiles viejos y las maderas carcomidas de algunas de las piezas. Varios objetos también están a la venta, aunque no todos pagan su verdadero valor histórico, asegura Yolanda.
Douglas Dillon, hijo de Yolanda y del capitán Dillon, se encarga actualmente de la singular hostería que oferta habitaciones desde USD 59. La idea hoy en día, cuenta Dillon, es ofertar al Farallón como un sitio en el que también se pueden hacer otras actividades –incluso deportivas- a más de admirar todas reliquias marinas.