Hace poco, en el marco de una cumbre internacional, los presidentes Rafael Correa, de Ecuador, y Juan Manuel Santos, de Colombia, dieron una de las noticias más esperadas por los ciudadanos de las dos naciones: la reanudación total de las relaciones diplomáticas entre Quito y Bogotá.
Correa y Santos anunciaron, en conjunto, que en este mes se nombrará a los embajadores y, de esta forma, se concretará el último paso para que vuelvan a fortalecerse los vínculos que, lamentablemente, se rompieron luego del bombardeo del Ejército colombiano sobre Angostura.
Para el régimen del entonces presidente Álvaro Uribe fue un éxito político y militar, en especial porque en el ataque murió Raúl Reyes, uno de los comandantes de las FARC, grupo irregular que tanto daño ha hecho al país hermano.
Sin embargo, para Ecuador el hecho constituyó una grave afrenta, pues no solamente se violó su soberanía territorial sino que se demostró la poca o ninguna confianza que el gobierno uribista tenía en el régimen de Rafael Correa.
Aquel suceso, ocurrido el 1 de marzo de 2008, trajo consecuencias graves. Ecuador rompió relaciones con Colombia, hubo enormes perjuicios económicos y comerciales para los empresarios de los dos lados de la frontera, Sudamérica se vio convulsionada por una serie de efectos colaterales y por una batalla diplomática, política y mediática que involucró a otros países.
Con la llegada al poder del nuevo Mandatario colombiano y el cumplimiento de los pedidos que hiciera Ecuador como condición para reanudar las relaciones, los dos gobiernos decidieron dar el paso final hacia la reanudación total de sus relaciones, lo cual, sin duda, es un soplo de esperanza y tranquilidad para la región.