La Reina de Quito conduce un San Remo de 1985

Angie Vergara

Angie Vergara

Angie Vergara se muestra sin poses y dice lo que piensa sin temor al qué dirán. Es una soberana de Quito que advierte que romperá esquemas. De momento se enfoca en cumplir con su propuesta de trabajo social mientras hace malabares con los estudios y su vida familiar.

Para participar en el certamen no tuvo que comprar vestidos. La gran mayoría con los que asistió a los eventos le fue facilitada por familiares y amigas. “Se formó una cadena gigantesca de mi prima, la amiga, la amiga de una amiga, mis tías… que me los prestaron”.

Las “hadas madrinas” del sueño de Angie son sus amigas María del Carmen Rivadeneira y María Cevallos. Ambas estuvieron pendientes de los detalles de su participación. Aunque considera que es una bendición ser la representante de la belleza quiteña, sabe que no hay sueño que no se alcance sin trabajo duro. “Me esfuerzo muchísimo por lo que hago. No necesito que la gente me reconozca nada, solo lo hago por lo que siento”.

Angie tiene 22 años, nació el 20 de febrero de 1993 y es piscis. Vive en los conjuntos Bellavista, en la Loma de Puengasí, un barrio en el suroriente de la capital. Estudia contabilidad y auditoría en la Universidad Central.

Antes de la elección, se movilizaba con frecuencia en transporte público, cuando no podía ir en un San Remo del año 85 que se compró con los ahorros de su último trabajo (era la administradora del condominio en el que vive).

En los buses hay casos de acoso sexual a mujeres. Según el programa Ciudades Libres de Violencia y el Observatorio Metropolitano de Seguridad Ciudadana, el 58% de mujeres encuestadas indicó que sufrió agresiones de este tipo.

La propuesta de trabajo con la que entró al certamen fue implementar un proyecto para evitar el acoso en el transporte. Aún está por definir la forma en la que cristalizará la iniciativa (lleva dos días en el reinado), pero confía en que se realizará con alianzas estratégicas.

Angie Vergara se considera sencilla, humilde. “No me complico con nada”. Admira a Jesús por todo lo que hizo en la historia y a sus padres por el esfuerzo que realizan a diario.

Roberto Vergara es su papá y tiene un taxi y Cecilia Prado es la mamá y se desempeña como auxiliar de enfermería. Ellos estuvieron en la elección y la felicitaron apenas ganó la corona. Está orgullosa de sus orígenes y del trabajo de su familia.

La labor social copará la agenda de Angie en este año. No tiene distracciones por el momento ya que terminó la relación que había entablado una semana antes de que empiece todo el proceso para ser Reina de Quito. “No tengo mucho tiempo para verlo. Es un gran amigo”.

Después de su victoria en el certamen revisó la página de Facebook. Encontró que 1020 personas le enviaron solicitudes de amistad y “un montón de notificaciones”. Prometió dar una respuesta a los comentarios.

Las autoridades de la Universidad comprendieron que tendrá complicaciones para realizar el trabajo regular en clases. Los profesores dijeron que justificarán las faltas. La nueva soberana dijo que enviará los trabajos que le soliciten. Además, señaló que hubo un acuerdo para que el proyecto que desarrolle como Reina sea equivalente a su tesis.

Angie no necesita la corona para hacer labor social. . Antes animaba fiestas infantiles. Cada diciembre iba a la cárcel de mujeres y animaba eventos en la guardería en la que están los hijos de las mujeres privadas de libertad. También tuvo una experiencia con niños de Canguahua. “Tal vez no tenía dinero para darles, pero podía darles mi servicio y mi amor”.

Esta joven es apasionada por la selección ecuatoriana de fútbol (no es hincha de algún equipo), es romántica y alegre. En la entrevista con este Diario, realizada el 16 de noviembre del 2015, cantó una canción cristiana que refleja el estado actual de su vida. Parte de la letra es: “que para esta hora he llegado, para este tiempo nací, en tus propósitos eternos yo me vi…”.

Suplementos digitales