Teherán, AFP
Irán intensificó hoy la detención de opositores luego de las violentas manifestaciones del domingo, que dejaron ocho muertos, pero introdujo una distinción entre los “contrarrevolucionarios” y la oposición reformista, marcando una ruptura en el discurso del régimen.
Varios altos responsables del régimen habían exigido ayer sanciones ejemplares contra los líderes de la oposición.
Pero el presidente del Parlamento, Alí Larijani, afirmó hoy en un discurso que es necesario distinguir entre los “contrarrevolucionarios” que manifestaron el domingo y la oposición reformista en el seno del régimen.
En paralelo, las autoridades procedieron a nuevas detenciones de opositores al presidente Mahmud Ahmadinejad, encarcelando a periodistas y militantes de los derechos humanos como también a la hermana de la premio Nobel de la Paz, Shirin Ebadi.
Ebadi, exiliada, es muy crítica hacia el gobierno iraní y estimó que esta detención era un intento de presionarla. “Mi hermana no tenía ninguna actividad política (…) y su detención es un intento de presión para que yo detenga mis actividades de defensa de los derechos humanos”, aseguró Ebadi en un comunicado publicado por la página internet de Rahesabz.
Rahesabz, principal foro de la oposición reformista, informó asimismo que otros siete periodistas fueron detenidos, entre ellos Mashalá Shamsolvaezin, que dirige la Asociación de Periodistas Iraníes, y Badrolsadat Mofidi, secretario de esta asociación.
La policía también detuvo a las militantes por los derechos de las mujeres Mansureh Shojaie, así como a Chapur Kazemi, cuñado de uno de los líderes de la oposición, Mir Hossein Musavi, según Rahesabz.
El lunes, las autoridades detuvieron al menos a quince periodistas, defensores de los derechos humanos o personalidades cercanas a los principales dirigentes de la oposición a Ahmadinejad, entre ellos a Emadeddin Baghi, responsable de la Asociación iraní por la defensa de los derechos de los prisioneros.
Sin embargo, la distinción hecha por el presidente del Parlamento entre los “contrarrevolucionarios” y los líderes de la oposición reformista en el seno del régimen constituye una ruptura en el discurso que el poder de Teherán mantenía hasta ahora, con la multiplicación las últimas semanas de acusaciones que presentaban a los líderes de la oposición como “los jefes de la conspiración” cuyo objetivo es, según las autoridades, derrocar la República Islámica.
No obstante, Larijani les ordenó con firmeza, así como lo hizo el Guía de la República Islámica, Alí Jamenei, a mediados de diciembre, que se “separaran del movimiento pernicioso” que cuestiona la legitimidad de la reelección de Ahmadinejad en junio y que se abstengan en el futuro de toda crítica.
El poder respaldó esta nueva advertencia con señales claras hacia los dos dirigentes más amenazados, el ex primer ministro Mir Hossein Musavi y el ex presidente del Parlamento Mehdi Karubi, ambos rivales del actual mandatario en la presidencial de junio.
El entorno político y familiar de estos dos dirigentes fue objeto de detenciones los últimos dos días y Karubi fue agredido el lunes por la noche en Teherán por desconocidos en civil que rompieron los cristales de su vehículo, una situación idéntica a la que vivió la semana pasada Musavi cuando regresó de los funerales del ayatolá disidente Alí Montazeri, que se transformaron en una manifestación contra el gobierno.
Para responder a las protestas masivas del domingo -que dejaron ocho muertos- las autoridades anunciaron manifestaciones este miércoles “contra los que no respetan los valores del Ashura”, en referencia a la oposición que aprovechó de este día de duelo religioso chiíta el domingo para manifestar.